
Marine Le Pen sale de la sede de su partido, ayer, tras el veredicto por malversación de fondos. Reuters
La 'muerte judicial' de Marine Le Pen en Francia calienta a una extrema derecha que se ve en el poder con o sin ella en 2027
Se niega a dar paso ya a su delfín, Jordan Bardella, que llama a "movilizaciones pacíficas y multitudinarias".
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"Día funesto para nuestra democracia y nuestro país en el que millones de franceses van a ser privados de la candidata favorita para la elección presidencial", afirmó Marine Le Pen en su primera reacción tras ser condenada a cuatro años de prisión (dos en firme a cumplir con brazalete electrónico), 100.000 euros de multa y, sobre todo, a cinco años de inhabilitación con aplicación inmediata.
Esta última parte de la sentencia no era esperada por la líder de la extrema derecha. Por eso abandonó la sala de audiencia sin esperar a que la magistrada leyera la parte de su veredicto que le afectaba de lleno. Y que para muchos analistas supone el fin de las ambiciones presidenciales de Le Pen.
Porque, salvo milagro, la candidata de Reunión Nacional (RN), heredera del Frente Nacional, fundado por su padre, Jean Marie Le Pen, no podrá ser candidata a las presidenciales de 2027, para las que era la clara favorita. En el último sondeo (IFOP para Journal du Dimanche, publicado el domingo) recogía entre el 34% y el 37% de votos en la primera vuelta.
De confirmarse en las urnas, se convertiría en clara favorita para la segunda vuelta que se disputaría, según la encuesta, con el candidato del campo presidencial, Édouard Philippe, quien sumaría entre el 20% y el 25% de sufragios. Obtener un tercio de votos en una primera vuelta sólo ha estado al alcance de líderes de la talla del general De Gaulle y del socialista François Mitterrand.
Tras tres intentos fallidos, los dos últimos contra el actual presidente de la República, Emmanuel Macron, que no puede aspirar a un tercer mandato consecutivo, y realizar un trabajo político intenso para depurar y civilizar su partido político, Le Pen vio ayer cómo el tribunal correccional de París la declaraba ineligible para los cinco próximos años.
En su entrevista en TF1, Le Pen reprochaba anoche que el recurso de apelación que va a presentar de inmediato no vaya a suponer la suspensión de la pena, como es habitual. En su opinión, esto supone "una violación del Estado de derecho", ya que "impide un recurso efectivo".
Pero es que la ley no sólo permite a los jueces imponer esa ejecución inmediata, sino que prácticamente se lo impone al considerarla obligatoria y exigir "una decisión especialmente motivada" en el veredicto, en caso de que el magistrado quiera expresamente que no se aplique.
De hecho, ella misma en su libro Para que Francia viva pedía que los cargos públicos condenados por corrupción fueran sentenciados a ser inelegibles de por vida. Eso era en 2012, pero en 2017 y 2022 la medida había desaparecido de sus programas presidenciales. Ayer no respondió a su entrevistador cuando éste le recordaba su radicalidad pasada.
Otro tanto podría decirse de la clase política francesa, de la derecha a la extrema izquierda pasando por el primer ministro centrista, François Bayrou, que ayer sembraban dudas sobre esta parte del veredicto, pero que no han hecho nada por modificar esta ley que data de 2016 y toma el nombre de su impulsor, el socialista Michel Sapin.
Por mucho que la sentencia señale expresamente que no hubo enriquecimiento personal, sí que hubo un evidente provecho partidista, ya que RN pagó con dinero público del Parlamento Europeo a secretarios, guardaespaldas y otros empleados del partido, camuflándolos como asistentes parlamentarios. Nueve eurodiputados, con Marine Le Pen en el centro del sistema, fueron condenados ayer por desviar fondos públicos, malversación en una palabra.
Le Pen se agarra a que el tribunal de apelación rinda su sentencia dándole la razón o, al menos, suspendiendo la ejecución inmediata antes de que se cierre el plazo de presentación de la candidatura a las elecciones presidenciales de la primavera de 2027. Dados los hechos, parece improbable que un tribunal de apelación contradiga la sentencia del correccional, pero si suspendiera la ejecución inmediata, la líder de RN podría recurrir en casación y ser candidata (y presidenta) aun condenada. Como el mismísimo Donald Trump, sin ir más lejos.
Sin embargo, el camino accidentado y estrecho se torna impracticable si se consideran los plazos del tribunal de apelación que, según su práctica habitual, necesitará algo más de dos años para fallar un expediente así.
Rechazo a pasar el relevo
En todo caso, Marine Le Pen, tras una reunión extraordinaria de varias horas con los principales gerifaltes del RN, compareció anoche para declarar que no se rinde, que Jordan Bardella, su delfín, es "una baza formidable para su movimiento que… espera no tener que utilizar antes de lo necesario".
De momento, eludió la pregunta de si aceptaría ser primera ministra de un Bardella presidente… Así que el joven discípulo tendrá que contentarse con calentar en la banda como eurodiputado, llamar a la movilización "multitudinaria y pacífica" y dar la cara en televisión por la jefa, evitando sonreír demasiado cuando le pidan opinión sobre sus expectativas.
Según un sondeo de Odoxa para Le Figaro que el matutino conservador publica hoy, una mayoría de franceses (61%) así como de simpatizantes de RN (57%) consideran que la decisión de la Justicia no será perjudicial en lo político para la extrema derecha.
Marine Le Pen no pierde nada de su popularidad (42% de opiniones positivas) en relación a hace un año. Y Jordan Bardella mejora dos puntos (44%). Los simpatizantes del partido nacionalista tienen una confianza ciega en sus líderes: el 99% tiene buena opinión de Bardella y el 96% de Le Pen.
Así que, la pregunta que anoche no quiso responder la líder se la volverán a hacer. Porque si desde ayer, Marine Le Pen no puede ser candidata a presidenta, ni a diputada, nada le impide ser ministra o primera ministra, cargos que son designados por el presidente de la República…