
Alejandro G. Calvo
Alejandro G. Calvo, crítico de cine: "Los algoritmos someten nuestro placer de descubrir lo que nos dé la gana"
Con sus vídeos en 'Sensacine' ha renovado la crítica cinematográfica en nuestro país. Ahora publica '¿Por qué tengo que ver esta película?' (Temas de Hoy)'.
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¿Qué libro está leyendo?
En la orilla, de Rafael Chirbes. Aunque también ando trasteando toda mi biblioteca de David Lynch.
¿Cuál es el libro que más le ha 'autoayudado'?
Soy la suma de todos los libros que he leído, los discos que he escuchado, las películas que he visto. Si pienso en autoayuda, me encantan los libros de entrevistas a Nick Cave, como Fe, esperanza y carnicería, de Sean O'Hagan. Al menos a mí me ayudan a dar otro paso cuando ya siento que no puedo moverme más. Algo parecido me pasa con los poemas de Joan Margarit.
Si no hubiera podido ser crítico de cine, ¿qué hubiera querido ser?
Probablemente: profesor de álgebra lineal. Tengo una vena didáctica que no sé de dónde narices me viene.
Un acontecimiento histórico que le habría gustado vivir in situ. ¿Por qué?
El concierto de Bob Dylan en Newport en 1965: la invención de la música moderna. O quizás también el primer concierto de La Fania All-Stars en Greenwich Village en 1967. Aunque solo fuera para bailar, cantar y reír como un poseso.
Un disco/canción que se ponga en bucle estos días.
Ando yo flamenco: Jolifanto de Za! y Perrate.
¿Cuál es la serie que ha devorado más rápido? ¿Diría, por cierto, que es la mejor que ha visto? ¿O es otra?
Pocas series he visto con el frenesí de 24. Pero la mejor serie de la historia es Twin Peaks. Especialmente su tercera temporada, que es como una película de 18 horas.
¿En qué película se quedaría a vivir y en cuál no aguantaría ni un minuto?
Viviría en todas y cada una de las películas de John Ford. Y saldría huyendo tirando napalm a mi paso de películas porno-dramáticas como Precious de Lee Daniels.
¿Ha experimentado alguna vez síndrome Stendhal?
En el MoMA delante de Christina's World de Andrew Wyeth. Se me caían las lágrimas y ni me daba cuenta. Como cuando vi en directo a LCD Soundsystem y tocaron All My Friends.
No se muerda la lengua, díganos algo que ya no soporte del mundillo cultural.
La unificación de criterios empujada por la presión de las redes sociales. Aunque también los algoritmos están sometiendo nuestro placer de poder descubrir lo que nos dé la gana. Ahora es lo que a ellos les dé la gana.
Una obra sobrevalorada.
Te diría que, en general, el 75 % de las series de televisión.
Un placer cultural culpable.
Las películas de Russ Meyer.
¿Cuál es la última exposición a la que ha ido?
La de Saul Steinberg, en la Juan March. Pocas veces unas pocas líneas trazadas sobre el papel han descrito nuestro mundo tan bien (y, además, desde la sátira). En España un equivalente podría ser el añorado El Perich.
¿Qué ha guiado la selección de títulos de los que escribe en ¿Por qué tengo que ver esta película??
La idea es abordar la historia del cine sin complejos ni elitismos. También sacar a la gente de su zona de confort. Pero sin pasarme: por cada Harakiri hay un Alien. Hay que defender a muerte el cine clásico pero sin necesidad de pecar de nostálgico, por eso conviven Anora con El espíritu de la colmena.
¿Cuál es el enfoque que le ha dado a sus textos?
Yo siempre trato de contagiar el amor por el cine. También el amor por la crítica de cine. Entender que el cine no es solo el qué te cuentan sino el cómo te lo cuentan. Y que la crítica es una forma de abordar el mundo.
¿Qué hace de una película una obra maestra?
No creo que haya reglas en el arte. Una obra maestra puede ser algo abstracto y sensorial como Dog Star Man de Stan Brakhage o algo concreto y emocional como Siete ocasiones de Buster Keaton.
España es un país…
Deliciosamente berlanguiano (y con su punto de surrealismo a lo Buñuel).