Señal de radar en carretera.

Señal de radar en carretera.

Motor

Adiós a los radares de siempre: así es la nueva tecnología que llega a partir de marzo para detectar infracciones

Estos innovadores radares con inteligencia artificial, cámaras térmicas y rayos infrarrojos con un margen de error inferior al 1%, llegan a Europa.

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La Dirección General de Tráfico (DGT) ha puesto en servicio, a principios de este 2025, 24 nuevos radares —17 fijos y 7 de tramo— en diferentes puntos de España. Se trata de nuevos puntos de control de velocidad que están señalizados y visibles en carretera y cuya ubicación exacta puede consultarse en la página web de la DGT. Un 2025 en el que se cumplen dos décadas desde la implementación del primer plan de radares fijos en España y que a partir de este 2025 podría completarse en un futuro próximo, con la llegada de una nueva tecnología de radares en carretera.

Hablamos de los radares negros, unos dispositivos innovadores equipados con inteligencia artificial capaces de "colarse" dentro de los vehículos para detectar posibles infracciones. Su nombre proviene del color oscuro que los caracteriza y son desarrollados por Pryntec y Fareco, dos empresas especializadas en este tipo de tecnología de vigilancia vial.

Estos radares incorporan un avanzado sistema de infrarrojos y cámaras térmicas, lo que les permite detectar el número exacto de ocupantes en un vehículo, diferenciando incluso a un humano de un maniquí. Son prácticamente imposibles de engañar, ya que analizan con precisión las imágenes del habitáculo, incluso en coches con cristales tintados y a velocidades de hasta 130 km/h. Además, su tasa de error es inferior al 1%, lo que los convierte en una herramienta extremadamente eficaz en el control del tráfico.

Actualmente, este tipo de radares ya se ha implantado en París, donde han sido instalados en diferentes vías de circulación dentro de la capital. También operan en otras ciudades francesas como Rennes, Lyon y Estrasburgo, controlando el acceso a carriles exclusivos para coches compartidos, taxis y transporte público. En la capital francesa, la multa por invadir estos carriles sin autorización y ser detectado por uno de estos radares asciende a 135 euros.

En el futuro, los radares negros podrían utilizarse para detectar otras infracciones habituales como el uso del móvil al volante o la ausencia del cinturón de seguridad. Por ello, muchas personas ya se preguntan si esta tecnología terminará llegando a España, algo que ya ocurrió con los radares autónomos, que se instalaron en Francia hace unos años antes de dar el salto a otros países.

La evolución de los radares en España

La Dirección General de Tráfico (DGT) sigue reforzando el control de velocidad en las carreteras españolas cada año, con la instalación de nuevos radares fijos y de tramo, una estrategia que en los últimos años ha demostrado ser clave en la reducción de la siniestralidad.

En 2025, además de los nuevos radares recientemente incorporados, se prevé la puesta en marcha de más de un centenar de nuevos puntos de control a lo largo del país. Esta medida responde a la necesidad de frenar el exceso de velocidad, un factor presente en aproximadamente el 21% de los accidentes mortales en España.

Desde la implantación del primer plan de radares en 2005, la evolución ha sido notable, no solo en cantidad sino también en tecnología. Actualmente, la DGT emplea una combinación de radares fijos, de tramo, móviles y de semáforo, a los que se suman dispositivos cada vez más sofisticados como los radares en cascada o los veloláser, diseñados para detectar infracciones en lugares estratégicos sin ser fácilmente visibles para los conductores. 

El impacto de estas medidas ha sido significativo. En los últimos 20 años, el número de víctimas mortales en las carreteras españolas ha disminuido en más de un 70%, en parte gracias al aumento de los controles de velocidad. Aun así, la DGT sigue innovando con tecnologías más avanzadas.

En el caso de los radares negros, equipados con inteligencia artificial, podrían sumarse en el futuro a esta red de vigilancia. Su llegada a España no es una cuestión de "si" sino de "cuándo", ya que su uso en países vecinos como Francia sugiere que serán parte del futuro del tráfico en nuestras carreteras.