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25 de febrero de 2025, 20:00 horas, centro penitenciario de Cuenca. Un preso que está a la espera de ser deportado por los delitos de robo y hurto de vehículos aprovecha la hora previa a la cena para escapar del recinto utilizando una estantería a modo de escalera. Nadie se percata hasta el recuento de la noche. No han pasado ni dos semanas desde que el narco Ángel Benito Moreno, uno de los jefes del clan de Los Hilarios, se escapara, a primera hora de la mañana del Día de San Valentín, de la prisión de Villanubla, en Valladolid, escondido, según apuntan las primeras pesquisas, en el petate de otro preso.

Mientras la Policía Nacional y la Guardia Civil trabajan en la búsqueda de este peligroso narcotraficante cacereño que estaba a punto de ser trasladado a Palencia, José (nombre ficticio), funcionario de prisiones del centro penitenciario de Zuera, en Zaragoza, aún se recupera en el hospital de la paliza que le propinó un preso. Le reventó la mandíbula y le saltó un diente. Dos días antes, una compañera suya fue embestida y amenazada de muerte por un preso violento.

21 de diciembre de 2024, hacia las 22:00 de la noche. Los reos del centro penitenciario Valencia-Antoni Asunción, en Picassent, rugen en cada ofensiva del Atlético de Madrid ante el Barcelona. Aprovechando la algarabía futbolera y el gol de Rodrigo de Paul, los atracadores Sergio Cabello y David Montejano, multireincidentes, fuerzan los oxidados barrotes de sus celdas del módulo 2 con unas mancuernas robadas del gimnasio y logran escapar descolgándose por unas sábanas retorcidas y anudadas entre sí. Una fuga de película que nadie nota hasta horas después, porque ni siquiera saltaron las alarmas.

Hágase una parada en el calendario el 3 de octubre de 2024, en el centro penitenciario de Zaballa, en Álava. El presidio hace sonar las alarmas después de que un preso esté a punto de asfixiar a un funcionario de prisioneshaciéndole un mataleón. Siete días antes, en la misma cárcel, otros tres trabajadores habían sido agredidos por un preso en la enfermería, y dos de ellos tuvieron que pedir la baja laboral para recuperarse de los daños sufridos.

Lo más grave ocurre, no obstante, el 13 de marzo de 2024 a las cinco de la tarde. Núria Lopez, una cocinera de mediana edad originaria de Castelldefels que trabaja en el Centro de Iniciativas para la Reinserción (CIRE) de la cárcel de Mas d'Enric, en Tarragona, es apuñalada mortalmente por Iulian Odriste, un preso de nacionalidad rumana que colaboraba en la cocina y tenía acceso a los cuchillos. Acto seguido, se suicida. Tras él deja un reguero de muerte y dolor al que se suma una gran incógnita: ¿Qué está fallando en las cárceles españolas?

Parte de la respuesta parece tenerla Rafael Sánchez, guardia civil del centro penitenciario de Córdoba y coordinador de los servicios de protección y seguridad de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). En los casos de las fugas, señala que todos los centros penitenciarios en los que hubo huidas corresponden a cárceles muy antiguas y no a 'centros tipo', es decir, aquellos presidios que se construyeron a partir del año 2000 y que gozan de un diseño y un sistema de seguridad mucho más eficiente.

"Las medidas de seguridad eran deficitarias", asegura Sánchez en conversación con EL ESPAÑOL. "A veces hablamos de que los presos sólo tenían que saltar un muro o una valla. Además, centros como el de Cuenca estaban en obras. La seguridad perimetral era deficiente y los dispositivos, mínimos, con dos o tres guardias civiles a cargo de la vigilancia. ¿Qué pasa si uno observa las cámaras de seguridad mientras otro le está haciendo el relevo? ¿Quién hace la vigilancia perimetral de la prisión?", se pregunta. "Falta personal y mejorar los protocolos".

Manuel Galisteo, funcionario de prisiones en el centro penitenciario Málaga II, en Archidona, y presidente nacional del sindicato Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM), asegura que parte del problema está tanto en la impunidad que sienten los reos a la hora de delinquir dentro de las cárceles como de las condiciones de trabajo de los propios empleados.

"Faltan más de 4.000 trabajadores penitenciarios en España", sentencia. "En la prisión de Cuenca sólo había un funcionario de prácticas. Hay cárceles, como la de Estremera, en la que se van cientos de funcionarios y en las que los concursos se quedan desiertos. Meten prácticos por un tubo y se vuelven ingobernables". El tercer problema al que se enfrentan los funcionarios es la cantidad de burocracia que han asumido en los últimos años. "Si a la falta de personal le sumas el papeleo, la seguridad queda arrinconada", considera Galisteo.

"Un ejemplo: la última instrucción de cacheos habla de que hay que conseguir el mayor decoro posible para los reos y que se provoquen los desórdenes mínimos en los registros de cada celda. Imagina celdas abarrotadas con televisión, música, ropa, comida; debes medir que cada cosa quede en su sitio, incluso la sábana del colchón, y que nada se caiga al suelo para que luego no te denuncien. Y después rellena informes y más informes".

Si un módulo tiene 140 internos de media y dos funcionarios operativos, estos tienen que repartir la medicación, la comida, las cartas, recibir las instancias, es decir, cualquier petición del preso, desde gestionar los peculios hasta organizar las comunicaciones de un reo con su pareja o tramitar las solicitudes de acceso a un ordenador. A eso se le suman las tareas rutinarias y organizativas.

"80 instancias que debes registrar en un sistema informático y de manera doble. Si pasas más tiempo en el ordenador, ¿cuándo cacheas? Después, registra las misivas y mete el nombre, la dirección, el remitente: son horas que se dedican a la burocracia y no a la seguridad". Y recuerda: "Las fugas jamás se van a evitar en el momento de la propia fuga, porque eso se hace rápido, en cuestión de un minuto. Pero si hay un buen sistema de prevención puedes encontrar las sierras o las sábanas con las que los reos van a huir". Cuanta más burocracia y papeleo, argumenta, más ineficacia.

Por su parte, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias señala a este diario que desde 2018 se han convocado Ofertas Públicas de Empleo que han permitido "rebasar el año pasado la cifra de 25.000 profesionales penitenciarios", cuando en diciembre de 2017 eran de 23.952. No obstante, Galisteo considera que la tasa de envejecimiento del personal es mucho más alta que la de jóvenes que entran al funcionariado de prisiones, lo cual se traduce en una plantilla "envejecida y desmotivada". 

Fugas e intentos de fuga, en cifras

Desde 2010 hasta 2024, los registros que enumeran las evasiones e intentos de evasión no parecen indicar que exista una tendencia al alza ni una explosión exponencial de fugas, sino un problema estructural que lleva gestándose años y que, denuncian los sindicatos de la Guardia Civil, responde a que aún siguen vigentes protocolos de seguridad obsoletos. Por ejemplo, el de los traslados, y citan la Instrucción 8/2009, de la Secretaría de Estado de Seguridad, sobre conducción y custodia de internos de centros penitenciarios.

"Publicaron esa Instrucción en julio de 2009 y, tres meses después, la modificaron para endosarnos a nosotros [la Guardia Civil] las custodias de los internos en los hospitales que están en demarcación territorial de la Policía Nacional [...] Cuando nos preparamos para los cursos de especialización, siempre nos dicen que cada interno debe ir acompañado de dos guardias, pero a veces vamos con 4 o 5 internos y sólo los acompañamos dos. Necesitamos más personal, más medios y, sobre todo, modificar esos protocolos anticuados".

Sobre la explosión de fugas en desde diciembre de 2024 hasta febrero de 2025, AUGC señala que todo parece ser una mera coincidencia, ya que desde 2010 hasta 2023 hubo tan sólo 12 evasiones desde el interior de los centros penitenciarios. Según los registros del Ministerio del Interior, desde 2010 se han producido 15 fugas desde el centro penitenciario, 37 desde hospitales, 12 desde juzgados y 17 durante los traslados de los reos, lo que hace un total de 81 presos huidos –la mayoría atrapados posteriormente– en 15 años.

Asimismo, se han registrado 182 intentos de evasión desde los centros y 259 desde fuera de ellos, la mayoría abortados, en estos cinco lustros. Cabe destacar que esos números no son de internos fugados, sino de fugas, ya que en una misma huida puede haber más de un interno, como ocurrió en Picassent. "Estas cifras pueden parecer bajas, pero si se tienen en cuenta los estándares de seguridad de la Unión Europea, son un fracaso enorme".

Puntos críticos y técnicas de escape

A veces, no obstante, los errores son eminentemente humanos. Es lo que pudo explicar la fuga del narcotraficante de Los Hilarios en Valladolid. "Se sospecha que pudo huir escondido en el petate de otro interno, aunque aún no está confirmado. En ese tipo de casos hay fallos del personal, porque el año pasado pasó algo parecido, cuando un preso se intercambió con otro durante una visita. Si alguien hace bien los controles, eso no pasa. Pero ocurre. Los criminales son muy finos, y este tipo de fugas pueden ocurrir incluso en una cárcel tipo", añade Sánchez.

¿Qué hace, entonces, un peligroso preso con riesgo de fuga en un centro del que puede escapar con facilidad? La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias es el organismo encargado de determinar a dónde va cada criminal basándose en criterios como su riesgo de fuga, su peligrosidad, la proximidad con su entorno familiar o las características de la prisión. Ángel Benito Moreno, alias Benito, había sido condenado a 28 años de prisión por tráfico de drogas, blanqueo y falsedad documental. "Era un FÍES de control directo por su entidad en la calle", señalan funcionarios de prisiones a EL ESPAÑOL.

Sabedor de que la cárcel palentina es prácticamente inexpugnable y de que su traslado allí era inminente, intentó ganar tiempo alegando que en Dueñas (Palencia) tenía enemigos que podían atentar contra su integridad física. Gracias a que había mantenido un perfil bajo, consiguió paralizar temporalmente su traslado y urdir un plan perfecto –con conexiones con el exterior que aún se están investigando– para escapar desde el centro penitenciario y esfumarse sin dejar rastro. Por lo pronto, el viernes el director de esa cárcel fue cesado por Instituciones Penitenciarias. 

"Existe mucha casuística para que un preso esté en una u otra prisión", añade Sánchez. "Los internos a veces son trasladados por cuestiones familiares, sociales o forzosamente porque estén manipulando a otros para generar motines o altercados. Por ejemplo, en Córdoba recibimos a narcos de Cádiz para quitarlos de un ambiente donde gozan de mucho apoyo exterior e interior. Lo lógico es que los criminales más peligrosos vayan a centros penitenciarios tipo". 

El problema, empero, es que las técnicas de evasión están cambiando y se están volviendo cada vez más ingeniosas y violentas. Rafael Sánchez recuerda el día en que unos compañeros de la Guardia Civil de Ibiza fueron interceptados en mitad de la ciudad por un grupo de criminales que querían liberar a un reo que era trasladado para una revisión en un dentista. Algo inaudito hasta entonces.

"Los momentos críticos de las fugas suelen ser los traslados al hospital o a los juzgados, y, concretamente, cuando se les baja del furgón, sobre todo cuando no hay garajes donde aparcar los vehículos. Pero los criminales son cada vez más violentos, se adaptan, y hay casos, como el de Ibiza, en el que interceptan y atacan los furgones en mitad de la ciudad. En Madrid, hace poco, al bajar a un preso del furgón, los compañeros fueron atacados desde un BMW con extintores y consiguieron llevarse al interno. Son circunstancias de mucha violencia". 

En cuanto a cómo se procede tras una evasión, una vez ocurre, la Subdirección General de Análisis e Inspección abre una información para investigar lo ocurrido. "Es en el marco de ese procedimiento en el que se analizan las causas y cuanto sea necesario vinculado a la evación, lo cual determina las pautas de actuación". Asimismo, las mismas fuentes señalan que "el lugar de cumplimiento de las personas privadas de libertad se resuelve tras evaluar las propuestas elaboradas por los profesionales penitenciarios de cada centro", pero no especifica qué pudo fallar en los casos mencionados.

Networking de reos y violencia disparada

Otro asunto igual de acuciante, y quizás más grave, es la violencia con la que los presos tratan a los funcionarios de prisiones. "Hay un aumento brutal de las agresiones. El preso se siente intocable y no está acostumbrado a un 'no' por respuesta. A cualquier tipo de negativa, se pone agresivo y provoca lo que conocemos como 'incidentes regimentales', es decir, agresiones. Estas les salen gratis, porque lo único que contempla el reglamento penitenciario es una sanción de aislamiento, que significa que el interno se queda a las cuatro de la tarde viendo la telenovela de turno".

Además, hace tres años, tal y como reveló EL ESPAÑOL, Instituciones Penitenciarias modificó una de sus instrucciones internas para facilitar que los presos pudieran obtener permisos de salida a pesar de haber sido sancionados por cometer faltas graves o muy graves durante su reclusión.

Estadísticas de agresiones a funcionarios de prisiones desde 2015 hasta 2023; en 2020 y 2021 hubo un descenso evidente por la pandemia.

Estadísticas de agresiones a funcionarios de prisiones desde 2015 hasta 2023; en 2020 y 2021 hubo un descenso evidente por la pandemia. Sindicato Tu Abandono Me Puede Matar

Los datos hablan por sí solos: en 2024 hubo 262 agresiones a funcionarios de prisiones, de las cuales 255 fueron leves y 7 graves o muy graves. Además, hubo otras 237 agresiones sin lesiones. De un total de 504 incidentes registrados, 10 fueron agresiones sexuales a profesionales penitenciarios y, 44, casos de acoso sexual, mientras que otros 53 se recogen como de "exhibicionismo". Así lo especifica el Ministerio del Interior en un informe al que ha tenido acceso este diario.

Los datos confirman que en los últimos dos años se han batido los récords de agresiones, que actualmente son un 30% mayores respecto a años anteriores. Si en 2022 se sumaron un total de 453 agresiones, en 2023 se escaló hasta las 508, lo que confirmó el año como el más más violento de los últimos nueve. Eso supone una agresión cada 17 horas, una al día.

El sindicato Tu Abandono Me Puede Matar considera esta cifra extremadamente grave. "Si fuéramos considerados agentes de la autoridad, se reducirían las agresiones, pues así no saldrían gratis a los presos. Que un trabajo tenga un índice de agresiones tan elevado merece que sea considerado como profesión de riesgo".

Galisteo también critica que Instituciones Penitenciarias peque de "buenismo". "Antes, cuando un preso se atrincheraba en su celda y se ponía violento, se entraba para reducirlo. Ahora se deja que el incidente decaiga. No nos dejan trabajar. Quienes mandan creen en un mundo de unicornios donde el preso se rehabilita sacándolo al campo. Pero prisiones no rehabilita a nadie. Hay un 70 % de presos normales y un 30 % inadaptados. Al no ponerles coto, ese 30 % acaba afectando a todos lo demás. Es como un bidón de agua en el que echas agua no potable. Todo se contamina".

Y zanja: "En el propio reglamento penitenciario está puesto, textualmente, que la fuerza está para usarse. Hay momentos en los que el preso está dispuesto a reventarte la cabeza y a matarte. Los individuos acaban saliendo más peligrosos de lo que entran. Las prisiones se están convirtiendo en escuelas de delito". Los presos, suma, acaban haciendo una suerte de networking en el que "agrandan sus contactos, aprenden a delinquir mejor, a distribuir su mercancía y a veces hasta a matar".

Galisteo pone su propio ejemplo personal en la prisión de Archidona. "Ahora mismo, por lo que veo y hablo con otros compañeros, el interno árabe es el más peligroso. De 20 internos, entre 12 y 14 son musulmanes. Están totalmente desquiciados, son peligrosos, muchos de ellos de primer grado. Y nuestras compañeras son las que están más expuestas. Tú dile a un musulmán que obedezca las órdenes de una mujer". 

Esa tendencia parece confirmarse según los datos recogidos por Interior. En julio de 2024 había en España 58.937 reclusos, de los cuales 40.402 eran españoles y 18.535 extranjeros. Si se analiza la tendencia desde 2020, el dato de presos nacionales ha crecido un 2,9 % y el de extranjeros lo ha hecho más de un 16 %. Del total de extranjeros, el mayor porcentaje lo ocupan los presos marroquíes, que suponen un 29,5 % del total de reos provenientes de fuera, seguidos de presos colombianos (9,3 %), rumanos (7,4 %) y argelinos (6,7 %).