María Paredes
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Merche es su bahía de Cádiz, una mujer de brazos abiertos al mar frente al que creció, reunidos todos en el chiringuito que su padre, el ‘Catalán shico’, tenía en La Caleta. Allí a Merche le reconocen la trayectoria, el poder catódico y el arte, pero no han dejado de apodarla así, la hija del Catalán, que era un señor del carnaval con oído absoluto y carisma total.

A él dice deberle el talento. A su ciudad, la sal que le pone a los días, aunque hace 23 años que vive también felizmente en Madrid, donde ha criado a una hija por la que esperó siete años como siete condenas: “Tuve que mandar los mismos papeles y los mismos exámenes tres o cuatro veces… La burocracia en La India no funcionaba. ¿Por qué mi hija tuvo que estar en un orfanato pudiendo estar conmigo ya?”, se lamenta en esta charla. Aun así la esperó con una única imagen de ella apoyada sobre su chimenea, calentando el futuro que tendrían, que tienen juntas.

Merche es una obrera de la canción que no entiende el oficio más que desde el trabajo. Se va de gira con Abre tu mente ahora, un espectáculo en el que volverá a cantar aquello de abrir la mente para que otros entren a la herida y la curen.

Merche: "Prefiero tener fe en la gente y seguir creyendo en el amor" Sara Fernández

Pregunta.– ¿Cómo encara la gira?

Respuesta.– Con muchísima ilusión. Vamos a recordar las canciones de siempre, e incorporaré otras canciones que me pide la gente, además de sorpresitas. Son seis fechas exclusivas, haré más gira por España, pero no con este espectáculo, porque me apetecía hacer algo especial.

P.– En Tengo fe canta Por ti lo sentí todo y ahora nada, nada. Qué alquimia rara, eh, ¿qué pasa ahí, cómo dejamos de sentirnos enamorados, cuando eso nos hubiera parecido impensable?

R.– Yo creo que el enamoramiento es un estado de enajenación, te vuelves absolutamente parcial y no ves más que las cosas bonitas de la otra persona, y eso es parte del encanto del principio. Conforme va pasando el tiempo es ‘échate p’allá que me da calor’ (risas), empiezas a ver carencias no ya en la persona sino en la relación y –no siempre pasa, porque yo tengo fe en el amor- al cabo de unos añitos, te das cuenta de que no es la persona con la que quieres pasar el resto de tu camino.

Merche posa durante la entrevista con EL ESPAÑOL

Merche posa durante la entrevista con EL ESPAÑOL Sara Fernández

P.–“Me he vuelto más exigente desde lo que nos pasó”, dice también. ¿Más exigentes o más temerosos?

R.–Fíjate, yo me lo he planteado, pero si tienes miedo y empiezas a pensar mal… Yo prefiero elegir el otro camino, aunque te des golpetazos: prefiero seguir teniendo fe en la gente y creyendo en el amor. Sí es verdad que te vuelves más exigente, pero también porque tienes más claro lo que no quieres.

P.–También ofrecemos más, ¿no? Nos cultivamos más, y por tanto ofrecemos más.

R.–Sí, es una manera muy bonita también de verlo. Lo que yo tengo claro es que a los 20 estás empezando a vivir y te conformas con tener esa conexión física y quizá de bromas, porque ni siquiera sabes quién eres ni quién es la otra persona, y cuando cumples años y has tenido relaciones largas, y has convivido, es cuando te das cuenta de lo que no quieres. Entonces si hay tres (candidatos), ya se queda en menos 28 (risas).

La gaditana Merche posa durante la entrevista en El Español.

La gaditana Merche posa durante la entrevista en El Español. Sara Fernández

P.– En Soy Superviviente canta a una mujer que ya abrió su mente y vio que otra vida era posible. ¿Qué podemos hacer como sociedad para ayudar, cómo se cura esa herida?

R.– Las mujeres y los hombres, porque esta canción es la segunda parte de Abre tu mente, que hablaba exclusivamente de la violencia machista, y Soy superviviente habla de cualquier persona que por su forma de vivir, su aspecto, sexualidad o creencias, en algún momento de sus vidas ha sufrido violencia. ¿Cómo se curan las heridas?

Creo que no sintiéndote víctima, muchas asociaciones de personas maltratadas se pusieron en contacto conmigo a través de esa canción que decía “yo no soy víctima, soy superviviente”, porque creo que sentir ese empoderamiento de haber superado esa agresión te tiene que hacer más fuerte. Si te quedas anclado en esa herida no evolucionas. Creo que hay que curársela: echarse bien agua oxigenada y Cristalmina para que aquello cicatrice bien, y lo antes posible levantarse. Porque en la vida desgraciadamente nos vamos a caer muchas veces, es como una especie de Juego de la Oca: entras a la cárcel, tiras dos veces y vas de puente a puente y sigo porque me lleva la corriente, y otras caes en el pozo y estás varias tiradas sin jugar.

P.–Pues vamos a la casilla de salida, porque Merche en Cádiz es “la hija del catalán”. ¿Quién fue su padre, y qué tiene de él?

R.– Era un hombre con mucho temperamento, con mucho carácter, muy artista, con una voz impresionante… Una de las voces más reconocidas del carnaval. Su apodo era el catalán chico y hoy día sigo siendo ‘la hija del catalán’. Creo que me dio un poquito de su talento (ríe), aunque mi madre también canturrea y tiene oído y sabiduría musical, pero evidentemente mi padre es el que tenía la voz poderosa. Tenía oído absoluto.

Merche gesticula durante la entrevista.

Merche gesticula durante la entrevista. Sara Fernández

P.– Lo tiene un porcentaje mínimo de la población, ¿no?

R.– Sí, pero él salía un anuncio en la tele y le hacía una tercera menor por debajo, o una quinta por arriba… Y con una tesitura muy amplia, algo innato y totalmente autodidacta. Yo en cambio me he formado en el conservatorio, soy profesora de Música y he estudiado mucho. Y mucho carisma tenía, que eso tampoco se estudia.

P.–¿Y la apoyó siempre, o le daba un poco de miedo al principio?

R.– No, siempre, siempre. Yo siempre he escuchado música muy diferente (desde Luis Miguel, o Sting, o Billy Holiday, Camarón, La Paquera o Chavela), y cuando saqué Si te marchas, por la que estuve nominada a los Grammy y que tiene ese toque negro, esas raíces en la producción y en la armonía, él se ponía ‘¡no hay nadie en Cádiz que cante negro como ella!’. Tuve la suerte de haber cantado con él, es un recuerdo que llevo conmigo.

P.– ¿Cómo fue crecer con dos hermanas y ser la del medio? ¿Un poco de envidiar a la de arriba y un poco a la de abajo, o había armonía?

R.-(Risas) ¡No! Mi hermana mayor me lleva muy poquito, dos años, y con la pequeña me llevo 5. La mayor es la perfecta hija, nieta, madre, la perfecta todo. Estudiante, muy buena mujer, inteligentísima… No es mi espejo a seguir porque somos muy diferentes, pero en el colegio no podía portarme mal porque enseguida me decían ‘eh, que tu hermana es la Callealta’, que es nuestro segundo apellido. Somos muy diferentes, pero nos peleábamos muy poquito. Y la chica es que era muy chica.

Las manos de Merche.

Las manos de Merche. Sara Fernández

P.– ¿Cuánto se llevan?

R.– Nos llevamos cinco años. Es esa que está ahí (Merche señala a una de las personas que presencian la entrevista, de su equipo, y ambas ríen). Cuando ella nació, recuerdo levantarme de la cama para comprobar que respiraba en la cunita… Mi madre nos había aleccionado durante todo el embarazo de que teníamos que cuidarla. Ella trabaja conmigo prácticamente desde que empecé, y se supone que ella me tiene que cuidar a mí, pero siempre va a ser mi hermana chica y la voy a cuidar.

P.– Vamos a su tierra. Fue pregonera del carnaval de Cádiz y ha visto todos hasta ahora. Un aprieto: ¿cuál le ha conmovido más?

R.– Hay muchos… Recuerdo uno muy chiquitita de Cantinflas, ¡eso es fortísimo! Rocío Jurado, Alejandro Sanz, Joaquín Sabina, la Niña Pastori… En Cádiz se han hecho pregones absolutamente maravillosos, y de autores del carnaval que salen en agrupaciones, que te ponen los pelos de punta y te dejan ese sabor a Cádiz, ese olor a sal. Para los gaditanos eso y la final del Falla es lo más grande del mundo. Cuando me propusieron como pregonera para mí fue…

Merche entre los focos.

Merche entre los focos. Sara Fernández

P.– ¿Estuvo más nerviosa que en un concierto?

R.– Que nunca. Yo le decía a mi hermana ‘no te asustes, si me desmayo es que no me acuerdo de nada y estoy fingiendo’. ¡No me acordaba de nada! Son dos horas en las que, aparte de hacer el pregón, vienen agrupaciones del carnaval, artistas de allí de Cádiz, y fusionamos mi música con nuestro folclore, y fue maravilloso. Y también me ponía muy nerviosa por eso, cantaba con gente a la que admiraba mucho. Todos lo disfrutamos muchísimo, y mi hija también, que iba vestida igual que yo.

P.– “Mi voz de lija y café no se plantea el porqué de las pasiones; en estas fuentes abrevo y sé que a Cádiz le debo mil canciones”, decía Sabina en su pregón. ¿Qué embrujo tiene Cádiz, cuál es su misterio? ¿Cómo podría explicárselo a alguien de fuera?

R.– Mira, a veces me da como un poquito de apuro porque es como hablar de tu hijo y decir que es guapísimo. Llevo 23 años viviendo en Madrid (aunque me quedan dos telediarios para volver porque he sido muy feliz aquí, pero mi madre ya es más mayor y me apetece), y cada vez que bajo… Lo primero es la luz, el cielo de Cádiz hace que te lloren los ojos de la luz tan intensa. Luego el olor a mar: yo he crecido en La Caleta, mi padre tenía un chiringuito y pasábamos medio año en la playa; y lo más importante de todo, la gente. El encanto de Cádiz, aparte de que es trimilenaria, de que tenemos esa Catedral tan maravillosa, esa Caleta que te quita el sentío, los barrios… el tesoro más importante que tiene la Tacita de Plata es el gaditano, que es arte, simpatía… ¡Qué manera de ser tan especial! Si vives allí no te das cuenta, pero cuando te vas, al volver dices ‘ya lo entiendo, ya entiendo por qué todo el mundo quiere vivir allí’.

La artista gaditana tras la charla con EL ESPAÑOL.

La artista gaditana tras la charla con EL ESPAÑOL. Sara Fernández

P.– Y de su padre a su hija, a Ambika. Estuvo mucho tiempo esperándola, ¿qué sucedió?

R.– Pues que los procesos de adopción, al menos en aquel momento, hace 17 o 18 años, eran muy largos. ¡Eternos! Yo quería tener 5 y me quede con una, porque mientras estás en el proceso no puedes tener hijos biológicos, y por supuesto tampoco puedes adoptar.

P.– ¿Por qué?

R.– No puedes. Es un requisito, si durante el proceso te quedas embarazada, este se interrumpe, tienes al bebé y en aquel momento tenían que pasar al menos 2 años para volver a empezar con la adopción. Entonces a mí se me hizo eterno, fueron cerca de 7 años, no entendía el porqué, no entendía nada... Tuve que mandar los mismos papeles y los mismos exámenes tres o cuatro veces… La burocracia allí en La India no funcionaba, y me parecía una absoluta barbaridad que yo tuviese la foto de mi niña en la chimenea de mi casa y que pasaran tres años hasta tenerla en mis brazos. ¿Por qué? ¿Por qué mi hija tuvo que estar en un orfanato pudiendo estar conmigo ya? Hija, no lo sé. Fue un proceso muy largo y de 5 me quede con una, ¡que vale por 200!

P.– Tuvo la generosidad de esperar.

R.– Yo lo tuve muy claro desde que era muy chica. Siempre dije “quiero tener cinco hijos, tres adoptivos y dos biológicos”. Empecé con la adopción y ahí me quedé. Pero desde que la vi por primera vez supe que era mi niña: soy yo mejorada al mil por mil, estábamos unidas por ese hilo rojo, y muchas veces se lo he dicho a ella y ella también me lo dice: “Mami, somos iguales”.

Merche.

Merche. Sara Fernández

P.– Es adolescente, ¿no? ¿Cómo lleva el éxito de su madre?

R.– Ella lo lleva de lo más normal. Desde pequeñita siempre le he transmitido cómo veo yo mi profesión, que es como un oficio cualquiera. Hay otros compañeros que lo entienden de otra forma, completamente respetable, pero para mí es un oficio. Me gusta hacer canciones y tengo la suerte de ganarme la vida con mis historias y cantándolas por ahí. Entonces como yo no le doy la mínima importancia, mi niña desde chiquitita lo ha vivido con normalidad. ¡Pero creo que me he pasado, porque le importa un pimiento! (bromea entre risas). Llega a los conciertos y me dice “mami, lo has hecho muy bien, ¡pero es que tu obligación hacerlo bien!”.

A ella lo que sí le gustaría es que frenara un poquito, y mira que estoy todo el día con ella cuando no estoy trabajando, pero dice que tengo que descansar más. Un año lo pidió por Reyes y todo, pobrecita.

P.–Otra de sus facetas es escribiente de despedidas, porque está Eras tú, pero también Este lunes, dedicada a Álex Casademunt. Dice “Y si miro atrás, he querido con locura. Pero como a ti, no he querido nunca más”.

R.–Uf. Alex se fue muy pronto. Mira, falleció mi padre y también tiene su canción, que fue para mí una terapia componerla y grabarla en el estudio en casa, producida entera por mí. Yo no asimilé que ya no estaba hasta que grabé esa canción. Y a Álex es que lo conocía muy bien, nosotros estuvimos juntos cinco años, éramos muy jóvenes, con nuestras idas y venidas… Pero amigos fuimos siempre. Y musical y personalmente lo conocía mucho, y sabía que él quería su canción. Cuando se la compuse se la mandé a su familia y fueron los primeros que la escucharon. Me acuerdo de él muchísimo, y seguro que donde esté, la está liando.

P.–Porque era un torbellino.

R.–Uf. Era de estas personas que tiene luz y que te transmite mucha alegría. Te llamaba: “¿Dónde estás? ¿En tu casa? ¡Voy p’allá!”. Y llegaba y se tiraba con la bicicleta a la piscina… ¡Muy loco! Te alegraba mucho la vida.

P.–¿Qué tiene Merche en su mesilla de noche?

R.–Mira, me encantan los despertadores, pero ahora tengo el móvil. Tengo un libro de Murakami, porque me gusta leer. Hay veces que leo con más frecuencia y otras que me cuesta mucho concentrarme, ahora por ejemplo que estoy montando el espectáculo. Pero sí me gusta mucho leer, y me pasa como con el cine, muy variadito. Mi libro favorito es El amor en los tiempos del cólera, de García Márquez.