
Lucas Pérez
A Lucas Pérez, nuestro capitán
Jesús Suárez le dedica unas palabras de despedida al jugador en una carta que ya se ha hecho viral en redes sociales
Mira, Lucas, no sé ni por dónde empezar. Esto no es una carta, es un desahogo. Porque a ti, a un tipo como tú, no se te escribe con florituras ni con frases vacías. A ti se te habla con el corazón en la mano y con la verdad por delante.
Cuando decidiste volver a casa, a Riazor, no era el momento más bonito para hacerlo. No había focos ni alfombras rojas, solo un club hundido, una ciudad dolida y un estadio lleno de almas que, como tú, estaban de vuelta pero sin saber si la vuelta servía de algo. Lo fácil habría sido quedarse en Cádiz, donde te querían, donde te valoraban, donde no tenías que preocuparte de levantar a un gigante dormido. Pero tú, terco como un coruñés de verdad, decidiste que lo lógico no era lo correcto. Y volviste.
No hace falta que te diga lo que significó aquello. No hace falta que te explique lo que hiciste. Porque tú lo viviste desde dentro. Tú escuchaste cómo Riazor rugía aquel día contra el filial del Barça, cómo nos devolviste el alma al cuerpo con ese gol de falta que no fue solo un gol. Fue un grito de liberación, un “aquí estamos otra vez” de una ciudad entera. Ese balón, Lucas, no solo entró en la portería. Entró en el corazón de cada deportivista que había olvidado lo que era celebrar algo.
Y ahora te vas. Por tu hijo. Y es lo mejor que podías hacer. Porque, al final, ser padre es eso, Lucas. Es tomar decisiones que no siempre entienden los demás, pero que tú sabes que son las correctas. Yo lo sé, porque también soy padre. Y te juro que no hay nada en el mundo, ni goles, ni ascensos, ni estadios llenos, que se acerque a lo que se siente viendo crecer a tu hijo.
Así que aquí estamos, los de siempre, para decirte lo único que importa: gracias. Gracias por volver cuando más lo necesitábamos. Gracias por devolvernos al fútbol profesional. Gracias por demostrarnos que las historias de barrio aún existen, que el romanticismo en este deporte no está muerto.
Y gracias, sobre todo, por ser un ejemplo. Porque el día de mañana, cuando tu hijo crezca, cuando vea ese gol tuyo que hizo feliz a una ciudad, sabrá que su padre no solo fue un futbolista. Fue un capitán.
Ojalá la vida te devuelva todo lo que diste por nosotros. Y ojalá algún día te volvamos a ver en Riazor, con tu hijo de la mano, para que sepa que su padre es leyenda.
Siempre, Lucas. Siempre contigo.