El autor Miguel Ángel Rubio Sánchez posa junto a un ejemplar de su libro

El autor Miguel Ángel Rubio Sánchez posa junto a un ejemplar de su libro

Valladolid

Francesco Scrimieri, el desconocido visionario que transformó Valladolid: “Merece algo más que una simple calle”

Miguel Ángel Rubio recoge en un libro el legado que este italiano que llegó a la ciudad por amor ha dejado sobre todo en el mundo de los tractores. Su herencia perdura a través de sus descendientes, quienes han mantenido viva su pasión por la industria.

Más información: El convulso año 1975 en Valladolid: las huelgas de FASA que paralizaron la ciudad

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Francesco Scrimieri es una calle de Valladolid y mucho más. Es la ubicación donde se encuentra la Delegación de Gobierno y la Consejería de Hacienda en el barrio de la Huerta del Rey, pero detrás de ese nombre y apellido se encuentra el de hombre que transformó la fisonomía Valladolid, modernizó su industria y predispuso la mentalidad de sus habitantes.

Su vida y su legado con la ciudad del Pisuerga se ha contado en un interesante libro ‘F. Scrimieri, el visionario de Motransa y otras vicisitudes empresariales’ escrito por Miguel Ángel Rubio Sánchez donde se quiere hacer un homenaje a un hombre que llegó a fabricar más de 10.000 tractores, además de ollas de aluminio y acero esmaltado con las que inicialmente comenzó su andadura empresarial en la inmediata posguerra.

Además, fue pionero en la producción de los primeros motocarros fabricados en España, así como de furgonetas y camiones de medio y gran tonelaje, estableciendo vínculos con gigantes del mundo de la automoción como BMC y Berliet. Y todo esto en estrecha relación con Valladolid, a donde llegó, como suele pasar en todas las historias por amor.

Su legado culminó, en los años ochenta, cuando retomó la línea que durante todo el siglo XX hubo en torno a la fabricación de coches con energías alternativas, aunque él los llamó bimodales o híbridos, una innovación que lo consagró, nuevamente, en ese terreno experimental, como un adelantado a su época, hasta que la muerte lo sorprendió, en el año 1993, para que formase parte del circuito de la eternidad. Falleció el 9 de octubre a los 79 años.

Francesco Scrimieri recibe una medalla

Francesco Scrimieri recibe una medalla

Rubio Sánchez es un escritor, docente e investigador nacido en 1981, cuya vida y obra están profundamente marcadas por su conexión con su pueblo natal, Lezuza (Albacete), y su pasión por la literatura, la cultura y las máquinas de antaño. Así, en esta entrevista con EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León pretende poner en valor de este italiano que trasformó por completo la ciudad.

El autor creció en un entorno rural, que le enseñó a valorar el tiempo pausado y la naturaleza, algo que influiría en su visión del mundo y en su creación literaria.  Actualmente, es profesor en el IES Dr. Alarcón Santón, de La Roda (Albacete). Es importante reseñar su vinculación con las máquinas, ya que ha restaurado varios tractores clásicos, fundamentalmente EBRO de los años setenta y ochenta.

Pregunta. ¿Por qué ha decidido escribir un libro sobre Francesco Scrimieri?

Respuesta. La historia, en su decurso, siempre acomete unos muy deliberados olvidos y, por ello, es necesario rescatar del aciago olvido a personas que, por su capacidad de lucha, hazañas y los prodigios que fraguaron, no merecen perecer en esos intersticios opacos. Decía con razón L. A. Séneca que la historia siempre arroja luz sobre el pretérito, aunque sea necesario para ello muchos años de silencio.

No hablamos aquí de una persona corriente, sino de un visionario, alguien que, por sus atributos y perspectiva, se anticipó a su tiempo, comprendió las necesidades de sus gentes y supo reformularse en varias ocasiones, en pro de estar en el punto exacto de su presente. Transformó la fisonomía Valladolid, modernizó su industria y predispuso la mentalidad de sus habitantes, convirtiendo su entorno en un tejido fecundo para otras futuras aventuras empresariales.

"Transformó la fisonomía Valladolid, modernizó su industria y predispuso la mentalidad de sus habitantes"

Dijo Einstein que la mayor fuerza que rige el universo es la del amor y esa tensión centrípeta fue la que lo atrajo para siempre a Valladolid, donde conoció el amor de su vida.

Francesco Scrimieri no fue solo un industrial; fue un transformador social, un hombre que entendió que el progreso no se limitaba a la maquinaria, sino que también requería una evolución en la mentalidad de las personas.

Su obra no solo dejó huella en la industria, sino que también contribuyó a modernizar la economía y la sociedad de su tiempo, convirtiéndose en un faro de innovación y perseverancia. Por ello, rescatar su figura del olvido no es solo un acto de justicia histórica, sino también una forma de recordar que el progreso humano se construye sobre los cimientos de quienes, como él, supieron ver más allá de su presente.

P.- ¿Qué vamos a encontrar en el libro?

La historia de Francesco Scrimieri comienza con una pregunta fundamental: ¿qué significa ser un visionario? En el primer capítulo, se delimita este concepto, enfocándose en aquellas personas que, gracias a su talento y perspectiva, lograron transformar realidades y anticiparse a su tiempo. En el contexto español, destacan figuras como Tarabusi y Femsa, pero es Scrimieri quien emerge como un caso emblemático de resiliencia y capacidad de adaptación.

Tras la Guerra Civil, muchos italianos quedaron varados en España, y Scrimieri fue uno de los que supo reinventarse, convirtiendo la adversidad en oportunidad.

El segundo capítulo nos lleva a los orígenes de Scrimieri en Italia, donde trabajó en Fiat y participó en la fabricación de modelos como el Fiat Balilla. Sin embargo, su vida dio un giro dramático con la Guerra Civil española. Llegó a España como mecánico dentro del Corpo di Truppe Voluntarie, pero su verdadera misión era supervisar el funcionamiento de las máquinas que el ejército italiano había proporcionado al bando nacional. Tras la contienda, decidió establecerse en Valladolid, la ciudad que lo acogió y donde conoció al amor de su vida.

Allí, enfrentó desafíos enormes, pero su talento y determinación lo llevaron a emprender un nuevo camino que marcaría su legado industrial.

P.-  ¿Qué es lo que más destacaría de Francesco Scrimieri?

Scrimieri fue un visionario cuya vida encarnó valores como la valentía, la intuición para los negocios y la integridad. Tras la Guerra Civil española, se estableció en Valladolid y, desde cero, construyó un imperio industrial con empresas como FADA, SAVA y Motransa. Anteponiendo las ideas al dinero, innovó en sectores como el transporte ligero, los tractores y los coches bimodales, siempre adaptándose a las adversidades con una capacidad de reformulación excepcional. Hombre de palabra, llegó a empeñar hasta su máquina de escribir para cumplir con sus obligaciones, demostrando una responsabilidad inquebrantable.

Su tenacidad y espíritu de lucha lo convirtieron en un referente, no solo por sus logros empresariales, sino por su ejemplo de superación y ética, dejando un legado que inspira a soñar, innovar y perseverar.

P.-  ¿Cómo llega Scrimieri a Valladolid?

Francesco Scrimieri llegó a Valladolid en el contexto de la Guerra Civil española, tras vivir y trabajar en Turín. Sin embargo, las políticas de Mussolini incentivaron económicamente a aquellos trabajadores dispuestos a trasladarse a España, y Scrimieri, quien siempre demostró una gran responsabilidad hacia familia, en este caso numerosa, no dudó en aceptar la oportunidad. Aunque llegó a España dentro del Corpo di Truppe Volontarie, lo hizo en calidad de mecánico, con la misión de supervisar el funcionamiento de las máquinas que el ejército italiano había proporcionado al bando nacional. Así, sin involucrarse en controversias políticas, Scrimieri pisó suelo español con el objetivo de trabajar y asegurar el bienestar de los suyos, dando inicio a una nueva etapa que marcaría su vida y legado, por cuestiones tangenciales con el amor.

P.- Cuéntenos cuáles fueron los primeros pasos de Francesco Scrimieri en Valladolid a nivel industrial.

FADA, la primera empresa de Francesco Scrimieri, fundada en 1940 en Valladolid, se dedicó inicialmente a la fabricación de baterías de cocina y utensilios domésticos de aluminio, como una innovadora cazuela-horno para bizcochos. Los comienzos fueron difíciles: en ocasiones, tras pagar los salarios de sus trabajadores, Scrimieri y su familia se quedaban sin recursos, llegando a empeñar incluso su máquina de escribir para cumplir con sus obligaciones.

"Fue una de las personas más importantes en el desarrollo de la industria de la automoción en Valladolid. Recaló en la ciudad con 24 años como mecánico de los soldados italianos"

Sin embargo, su tenacidad y visión lo llevaron a diversificar la producción, fabricando bobinas de aluminio para empresas como SNIACE y ENDASA, lo que transformó a FADA en una empresa próspera. Un episodio clave fue cuando Scrimieri viajó a Italia durante la guerra para obtener los planos necesarios para fabricar las bobinas de SNIACE, arriesgándose a no poder regresar.

Este acto de audacia y determinación, junto con su filosofía de que "el dinero es lo menos necesario" y que lo esencial es la voluntad, el ingenio y el sacrificio, marcó el espíritu emprendedor que definiría su legado. FADA no solo fue el inicio de su carrera, sino también un testimonio de su capacidad para superar adversidades y convertir ideas en realidades.

P.- ¿Cuál es el legado que ha dejado en la ciudad del Pisuerga?

Scrimieri no fue solo un empresario que nos ha dejado una calle en Valladolid, sino que fue un visionario que transformó la industria y la economía de Valladolid, dejando un legado imborrable en la ciudad.

No obstante, el legado de Scrimieri va más allá de sus logros industriales. Fue un hombre de valores profundos: valiente, íntegro y comprometido con su familia y sus trabajadores. Su filosofía de que "las ideas son más importantes que el dinero" y su capacidad para reinventarse ante las adversidades lo convirtieron en un ejemplo de resiliencia y ética empresarial. Su historia es un testimonio de cómo la perseverancia, el ingenio y la honestidad pueden transformar no solo una industria, sino también una comunidad.

Para Valladolid, Scrimieri no fue solo un industrial; fue un transformador. Sus empresas generaron empleo, impulsaron el desarrollo económico y pusieron a la ciudad en el mapa de la industria automotriz y agrícola española. Además, su compromiso con la innovación y la calidad sentó las bases para futuras generaciones de emprendedores. Hoy, su legado sigue vivo en las calles de Valladolid, en las fábricas que fundó y en el espíritu de superación que inspiró.

"Para Valladolid, Scrimieri no fue solo un industrial; fue un transformador. Sus empresas generaron empleo, impulsaron el desarrollo económico y pusieron a la ciudad en el mapa"

En definitiva, un hombre que supo ver más allá de su tiempo, un visionario cuyo legado no solo enriqueció a Valladolid, sino que también dejó una huella imborrable en la historia industrial de España. Su vida es un recordatorio de que, con valentía, integridad y pasión, es posible construir un futuro mejor para todos.

P.- Y cuando nadie hablaba de ello, él ya habló de igualdad.

Demostró una mentalidad progresista en igualdad de género, adelantándose a su tiempo. En los años setenta, sus catálogos de tractores presentaban a mujeres pilotando maquinaria con naturalidad y clase, sin caer en estereotipos sexistas. Este enfoque innovador contrastaba con el de otras marcas, que aún perpetuaban roles tradicionales.

Su visión igualitaria también se reflejaba en su vida personal: sus hijas participaban en carreras de coches, un ámbito dominado por hombres. Scrimieri no necesitaba discursos; su apoyo a la mujer se manifestaba en acciones concretas. Así, no solo transformó la industria, sino que también contribuyó a romper barreras de género, dejando un legado de igualdad y respeto que sigue inspirando y sorprendiendo

P.- ¿Ha sabido aprovechar Valladolid el convertirse en el epicentro de su revolución industrial o posteriormente se ha ido perdiendo todo?

Hoy, Valladolid conserva parte de ese espíritu industrial, pero es innegable que las oportunidades perdidas han mermado su potencial. Scrimieri demostró que, con visión y tenacidad, era posible transformar una ciudad y competir a nivel global. Sin embargo, las injerencias estatales y la falta de apoyo a la iniciativa privada impidieron que su legado alcanzara todo su esplendor. Valladolid le debe mucho, pero también es un recordatorio de cómo las decisiones políticas pueden frenar el progreso y dejar en el tintero un futuro que pudo ser.

P.- Pese a ser una persona que revolucionó Valladolid, su figura no es muy conocida. ¿Por qué cree?

Es un legado en la sombra. Pese a ser una figura clave en la revolución industrial de Valladolid, Francesco Scrimieri no ha alcanzado el reconocimiento que su trayectoria merece por méritos propios. Si lo comparamos con Eduardo Barreiros, cuya figura ha gozado de una difusión más significativa, las razones de esta disparidad son múltiples y reveladoras.

En primer lugar, Barreiros mantuvo una línea de trabajo más definida y constante, a la vez que tuvo una campaña publicitaria en televisión más notoria. También habría que reseñar el hecho de estar en Valladolid y no en Madrid como Barreiros.

En definitiva, la menor visibilidad de Scrimieri no se debe a la falta de méritos, sino a una combinación de factores: la diversidad de sus emprendimientos, la ausencia de una fundación que preserve su legado y la escasa atención historiográfica. Sin embargo, su historia sigue siendo un testimonio imprescindible de cómo la visión, la tenacidad y la capacidad de reinvención pueden transformar una ciudad y dejar una huella imborrable, aunque esta no siempre sea reconocida como merece.

P.- ¿Qué mensaje mandaría a administraciones o empresas para poder reconocer su figura en la actualidad?

Reconocer a Francesco Scrimieri: Un compromiso con la memoria y el futuro. Para honrar debidamente la figura de Francesco Scrimieri, no basta con gestos simbólicos como una calle o una placa conmemorativa. Su legado merece un reconocimiento profundo y transformador, que rescate su obra del olvido y la ponga al servicio de las generaciones venideras. Para ello, es imprescindible una acción coordinada entre administraciones, empresas y la sociedad civil, que permita recuperar, restaurar y difundir su contribución a la industria y al desarrollo de Valladolid.

En primer lugar, es necesario rescatar y restaurar sus máquinas, desde los primeros motocarros, hay ejemplar en el Museo de la Automoción de Salamanca, hasta los tractores y vehículos bimodales que revolucionaron el transporte y la agricultura en España.

Estas piezas, testimonio vivo de su ingenio, deberían formar parte de una exposición permanente que sirva como espacio de memoria y aprendizaje. Un lugar donde se preserve el entramado histórico e industrial que Scrimieri levantó prácticamente de la nada.

Además, es fundamental involucrar a la comunidad educativa. Las escuelas, institutos y universidades deben conocer su historia y sus logros, no como un mero dato histórico, sino como un ejemplo de innovación, tenacidad y ética empresarial. Proyectos de investigación en historia de la economía, simposios, conferencias y congresos podrían profundizar en su figura, situándola en el contexto de la industrialización española y destacando su impacto en Valladolid.

La creación de una fundación dedicada a su legado sería un paso crucial. Las fundaciones, como organizaciones sin ánimo de lucro, tienen la capacidad de preservar y difundir el patrimonio de manera duradera. Esta fundación podría encargarse de recuperar documentos, fotografías, maquinaria y testimonios, además de promover actividades culturales y educativas que mantengan viva su memoria. Sería un espacio donde la ciudadanía pudiera conocer no solo lo que Scrimieri hizo, sino también cómo lo hizo: con honestidad, visión y un compromiso inquebrantable con el progreso.

También es importante señalar en la ciudad los lugares que él transformó. Muchos de los espacios que hoy forman parte del tejido urbano e industrial de Valladolid fueron creados o impulsados por Scrimieri y su ideario. Marcarlos con placas explicativas o rutas temáticas permitiría a los ciudadanos conectar con su historia y entender el origen de lo que hoy son y sería otro modo de explotar el turismo.

Un busto o una estatua en un lugar destacado de la ciudad sería un homenaje simbólico, pero poderoso. Una obra que, de manera sintética, capture su espíritu y sus logros, recordando a todos que Valladolid fue, en gran medida, moldeada por su visión.

Por último, sería enriquecedor llevar su historia a formatos más amplios, como una miniserie o un documental, que permitan difundir su legado más allá de los círculos académicos o locales. Estas producciones podrían mostrar no solo su impacto industrial, sino también los valores que lo guiaron: la valentía, la integridad y la capacidad de reinventarse ante la adversidad.

En definitiva, reconocer a Francesco Scrimieri no es solo un acto de justicia histórica; es una oportunidad para inspirar a las generaciones futuras y recordar que el progreso se construye con visión, esfuerzo y ética. Valladolid, y España en general, tienen una deuda con su legado. Es hora de saldarla.

"Hay que reconocer su figura, se merece ser estudiado en la escuela, la creación de una fundación y alguna estatua o busto en la ciudad"

¿Qué queda de Scrimieri en Valladolid¿ ¿Tiene familia?

Aunque la figura de Francesco Scrimieri no ha recibido el reconocimiento público que merece, su huella sigue presente en Valladolid de múltiples formas. En primer lugar, su legado familiar perdura a través de sus descendientes, quienes han mantenido viva su memoria y su pasión por la industria y la mecánica.

Pablo Scrimieri, su nieto, es un claro ejemplo de esta continuidad. Residente en Valladolid, Pablo ha seguido los pasos de su abuelo, dedicándose a actividades relacionadas con la mecánica y la restauración de vehículos clásicos.

Ha participado activamente en la recuperación de maquinaria y vehículos fabricados por Scrimieri, algunos de los cuales han sido donados a museos y otras entidades para su preservación y exhibición. Su labor no solo honra la memoria de su abuelo, sino que también contribuye a mantener viva una parte fundamental de la historia industrial de la ciudad.

Las hijas de Scrimieri también han jugado un papel crucial en la preservación de su legado. Rosarietta Scrimieri, quien fue profesora de italiano en la Universidad Complutense de Madrid, y Mercedes Scrimieri, docente de Lengua Española en un instituto de Valladolid, han aportado testimonios valiosos y han participado activamente en la investigación que ha dado lugar a este libro.

Ambas han colaborado en el epílogo que cierra la obra, aportando una perspectiva íntima y personal sobre la vida y los valores de su padre. La viuda de Scrimieri, Mercedes Martín, falleció en mayo del año pasado a la edad de 103 años, dejando tras de sí un testimonio vivo de la historia familiar.

En la ciudad de Valladolid, aún quedan personas que trabajaron en las fábricas de Scrimieri y que atesoran recuerdos y anécdotas de aquella época. Entre ellos destaca José Enrique Puente Aparicio, uno de los ingenieros que participó en el diseño de los tractores, cuya contribución ha sido fundamental para reconstruir aspectos técnicos y humanos de la empresa.

Estos testimonios son un puente entre el pasado y el presente, y permiten entender cómo Scrimieri no solo transformó la industria, sino también la vida de quienes trabajaron con él.

Aunque muchas de las fábricas y naves que Scrimieri levantó han desaparecido o han cambiado de uso, su impacto en la ciudad sigue siendo palpable. Valladolid le debe parte de su desarrollo industrial y su identidad como ciudad innovadora. Sin embargo, es necesario un esfuerzo colectivo para rescatar y difundir su legado, no solo a través de la memoria familiar, sino también mediante iniciativas que permitan a las nuevas generaciones conocer y valorar su contribución.

P.-  ¿A quién le va a encantar este libro? ¿A quién está dirigido?

Este libro está dirigido a un público diverso: a los vallisoletanos, quienes con su esfuerzo y trabajo hicieron posible el milagro industrial de Scrimieri; a los agricultores, camioneros y usuarios de sus vehículos, que vivieron la intrahistoria de aquellas máquinas; y a las generaciones venideras, para que comprendan que lo imposible ya fue posible.

También interesa a quienes estudian la historia industrial y económica de España, a los aficionados a la automoción —desde motocarros hasta coches bimodales—, a empresarios y emprendedores que buscan inspiración en su capacidad de reinventarse, a nostálgicos y coleccionistas de vehículos antiguos, y al público general que disfruta de historias de superación, innovación y legado humano. En definitiva, es una obra para todos aquellos que valoran el esfuerzo, la visión y la capacidad de transformar realidades.

Más allá de su valor histórico, este libro busca rendir homenaje a un hombre que, con honestidad, integridad y espíritu luchador, transformó la industria española. Su historia es un recordatorio de que el talento y la perseverancia pueden superar cualquier adversidad. Además, el libro tiene un componente social, ya que rescata la memoria de aquellos que trabajaron en sus fábricas y contribuyeron a su legado.

Recordemos también que incluye un epílogo de los descendientes de Scrimieri, así como un prólogo de Eloy Galván, que tanto ha hecho por las máquinas y la agricultura.

P.- ¿Se echa de menos en el panorama actual gente con el espíritu y la mentalidad de Francesco Scrimieri?

La figura de Francesco Scrimieri encarna un espíritu emprendedor que hoy parece extinguirse bajo el peso de la burocracia, las normativas asfixiantes y las agendas políticas cortoplacistas. Scrimieri fue un visionario que supo arriesgar, innovar y transformar realidades con tenacidad y ética, valores que brillan por su ausencia en un panorama actual dominado por la inercia y el miedo al riesgo.

Europa, y España en particular, han sacrificado su industria en aras de un proyecto comunitario que ha perdido el norte. Políticas desacertadas están destruyendo sectores estratégicos como la agricultura y la ganadería, mientras nos condenan a depender del turismo, una industria volátil y poco sostenible. Este desenfoque no solo frena el progreso, sino que ahoga a quienes, como Scrimieri, podrían impulsar un cambio real.

Europa necesita recuperar el espíritu de Scrimieri: menos normativas asfixiantes, más apoyo a la iniciativa privada y una visión clara que permita a los emprendedores arriesgar e innovar. Sin ello, corremos el riesgo de convertirnos en una economía estancada, lejos del dinamismo que caracterizó a figuras como él. Echamos de menos a los Scrimieri de hoy, pero lo que realmente necesitamos es un cambio de rumbo que permita que su legado inspire de nuevo.

P.- ¿Qué siente al escribir esta joya ilustrada?

Este libro no es solo un relato histórico; es una obra en la que confluyen mi amor a las máquinas con mi formación académica, uniendo la precisión de la investigación con la pasión por rescatar del olvido a una figura tan relevante como Francesco Scrimieri.

No está delineado buscando un fin crematístico, sino guiado por un profundo sentido de justicia poética. Su objetivo es devolver a Scrimieri el lugar que merece en la historia, no solo como un industrial visionario, sino como un hombre de valores: valiente, íntegro y comprometido con su comunidad.

En esta edición, ha sido fundamental el apoyo del Ayuntamiento de Lezuza, cuyo compromiso ha permitido que este proyecto vea la luz. Su colaboración no solo ha hecho posible la publicación, sino que también refleja la importancia de preservar y difundir nuestro patrimonio industrial y humano. Lezuza, el lugar que me brinda la inspiración se convierte así en parte fundamental de esta obra.

El libro está disponible en librerías de la ciudad de Valladolid y a través de la editorial Pirineo vía web, que ha apostado por un proyecto que trasciende lo comercial para adentrarse en lo humano y lo histórico. También se puede adquirir en plataformas online y en puntos de venta asociados a la difusión cultural. Señalaremos, para quien quiera saber más detalles, que el libro dispone de su propia web (www.scrimierilibro.com).