Sara con su nuevo grupo de amigas en una escena de la película

Sara con su nuevo grupo de amigas en una escena de la película

Cine

'A nuestros amigos': la carta de amor de Adrián Orr al desarraigo y la amistad

Un retrato íntimo y generacional sobre la amistad, la clase social y el tránsito a la edad adulta, firmado por el director de 'Niñato'.

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Después de su premiada Niñato, Adrián Orr vuelve con A nuestros amigos, una película que es tanto un retrato generacional como una carta de amor a los vínculos que nos construyen. La película indaga en la construcción de la identidad y la amistad, desde la precariedad laboral hasta el despertar político, desde la confusión afectiva hasta la búsqueda de un lugar en el mundo.

Rodada a lo largo de cuatro años, A nuestros amigos sigue los pasos de Sara, interpetada por Sara Toledo, una joven que atraviesa la etapa de los 17 a los 21 años en un continuo proceso de cambio y (des)encuentro. "Es una película bastante intuitiva", explica Orr. "Y como ha estado rodándose durante tanto tiempo, te da la posibilidad de encontrarte a ti mismo dentro de ella".

"Me di cuenta de que lo que le pasaba a Sara me había pasado a mí quince o veinte años antes: esa sensación de estar siempre entre dos mundos, el del barrio y el del cine", añade el director.

Ese desplazamiento, esa tensión entre orígenes y aspiraciones lo impregna todo. El filme se construye desde una mirada profundamente horizontal que, para Orr, ya es en sí misma política: "Sigo siendo de clase obrera, aunque trabaje en el cine. Y no quiero renegar de eso".

"Nos han hecho creer que ser de clase trabajadora es algo que hay que dejar atrás, como si fuese una fase que hay que superar. Pero yo quiero reivindicarlo, y hacerlo desde mi forma de entender el cine", comparte el director madrileño.

La película evita deliberadamente el panfleto y las consignas. Habla de trabajo, de sexualidad, de cultura, de amistad, de frustración y de deseo, pero lo hace sin imposiciones ni tesis: "La mirada que tengo sobre el grupo de personajes es política, vinculada a la clase social. Pero no quería usar a los personajes para explicar ideas".

Sara (Sara Toledo) en un momento de 'A nuestros amigos'

Sara (Sara Toledo) en un momento de 'A nuestros amigos'

"No hay que explicar nada. Se trata de contar quiénes son, cómo hablan, cómo viven. Ahí es donde surgen los temas de verdad", declara Orr.

Y surgen, sobre todo, a través del vínculo. Orr repite aquí la fórmula de trabajo cercana y prolongada que ya exploró en Niñato. "Me interesa lo que ocurre entre las personas cuando se rueda. Las relaciones que se crean durante el rodaje condicionan las emociones que luego aparecen en pantalla. Hacerme amigo de Sara, de Paula, de Pedro... eso es lo que me permitió entrar en su intimidad y construir desde ahí".

Sara es también una forma de hablar de la juventud actual, pero sin caer en el estereotipo generacional. Es, más bien, una exploración de esa zona de incertidumbre en la que se cruzan la necesidad de acción con la dificultad de encontrar cómo canalizarla.

"Sara tiene ese malestar profundo que muchos hemos sentido. Quiere hacer algo, pero no sabe qué. No tiene herramientas claras, y por eso prueba cosas. El teatro, el compromiso, el amor. Hay momentos en los que parece que ha encontrado un camino, pero luego duda otra vez. Y eso también es crecer".

Contradicciones eternas

Uno de los puntos fuertes de la película está en cómo retrata esas contradicciones sin resolverlas, sin juzgarlas. En una de las secuencias más potentes, Sara y su amiga Paula discuten en la cocina sobre el sentido del ocio y la necesidad de implicarse. "El ocio es cómodo si te lo puedes permitir. Pero implicarte en algo requiere esfuerzo. Y a veces ni siquiera sabes en qué te quieres implicar. Sara está en ese momento de querer hacer cosas pero sin saber muy bien cuáles. Y eso nos pasa a todos", relata Orr.

La colaboración con los guionistas Celso Giménez y Samuel M. Delgado fue clave en el desarrollo del proyecto, que se fue escribiendo por etapas: "Celso fue fundamental al principio. Yo conocí a Sara gracias a una obra de La Tristura. Luego Samuel se sumó durante la pandemia y aportó una estructura narrativa muy precisa", explica Orr.

El director continua relatando: "Finalmente nos juntábamos los tres para pensar el final, los diálogos... Fue un proceso muy bonito. Había días en que se me caía la lagrimita al ver a dos tipos tan talentosos ayudándome a hacer esta película. Me sentí muy arropado". 

Sara con sus amigos de la infancia en una escena de la película

Sara con sus amigos de la infancia en una escena de la película

Hacia el final, A nuestros amigos construye un cierre emocional que no pretende resolver las dudas del personaje, sino acompañarlas. "Sara sigue siendo la misma, pero ha crecido. Creo que el espectador ve ese crecimiento. No hay una gran conclusión, porque en la vida tampoco la hay. Hay movimiento, cambio, aprendizaje. Y la película intenta reflejar eso... contagiar las ganas de hacer cosas, aunque no sepas bien qué".

Cuando se le pregunta por el futuro de la película, Orr responde sin dudar: "Dentro de 15 años seguirá siendo la misma, porque hay algo en su energía vital que permanece. Sara decía hace poco que no sabría distinguir qué partes de la peli eran ficción y cuáles eran realidad. Y eso es la memoria también. Un bloque de verdad, aunque no sea toda la verdad".

"Lo que queda después de la película es casi más importante que la película misma. Es el vínculo, la amistad, el recuerdo. Esa necesidad tan humana de decir: estuve ahí, contigo", concluye el director.