
David Gigirey, en su espacio, en A Coruña. Foto: Vanessa Casteleiro
De Los Ángeles a Galicia: David Gigirey, el gallego que regresó a su tierra para triunfar en la perfumería nicho
El experto se lanzó a la aventura del sector durante la pandemia. Y con razón: su éxito fue abrumador.
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El número 4 de la Rúa Betanzos, en A Coruña, ampara un secreto a voces en el mundo de la perfumería nicho: Amusko. Esta boutique, cuyo nombre toma inspiración del musk, más conocido como almizcle, "un ingrediente selectivo muy utilizado", es obra de David Gigirey.
Este coruñés trotamundos empezó su trayectoria en el universo audiovisual antes de dar el salto al sector a miles de kilómetros de la ciudad gallega, en Los Ángeles, en 2004. Tras pasar un par de años allí, sintió la necesidad de volver a España. "Quería venir con algo, no con las manos vacías", detalla el experto.
Lo hizo con la firma cosmética estadounidense Kevyn Aucoin, que cosechaba un gran éxito en su país de origen. David Gigirey asumió el reto de su expansión en Europa, aunque sintió la necesidad de diversificar su campo de acción, trabajar con diferentes productos y crear un espacio propio. "No temo la idea del fracaso. Creo que no hay que tener miedo, sino un buen plan de negocio", confiesa.
Lanzó su proyecto, Amusko, en un momento de gran vulnerabilidad, el inicio de la pandemia de la Covid-19: "Me había propuesto pasar el invierno en Tenerife, pero al ver que nos íbamos a quedar confinados, preferí volver a casa". No dudó en seguir adelante, convencido de que era el paso adecuado pese a la coyuntura: "Pensé: 'Yo, que puedo hacerlo, lo tengo que hacer', y ojalá todo el mundo que estuviese en la misma situación lo hiciese en la medida que pudiese".

Detalle de los frascos en el espacio Amusko. Foto: Vanessa Casteleiro
Desde entonces, el éxito de la boutique es rotundo. David se encarga personalmente del trato con el cliente: "En mi punto de venta, está 'prohibido' escoger el perfume por sexo, sino por familia olfativa. La primera pregunta que hago es si está buscando un fondo de armario, es decir, un perfume que te puedes poner a las 09:00 h de la mañana y por la noche indistintamente; o un efecto wow, una fragancia que vaya acompañada de una puesta en escena. Estos perfumes no tienen necesariamente más concentración de esencia aromática, pero sí más personalidad".
Berdoues, Map of the heart, Montale y Pur Eden son algunas de las referencias que se pueden encontrar en su tienda, centrada tanto en firmas nacionales como internacionales. El experto afirma que algunas notas son recurrentes: "Los cítricos, los amaderados y los florales son algunos de los más pedidos, en parte porque son los más conocidos".
Continúa: "Cuando enseñas toda la paleta olfativa, los clientes se sorprenden: hay, por ejemplo, perfumes con resina o con acetato de silo. Son notas muy interesantes. Es todo un descubrimiento y precisamente lo que ofrezco: una experiencia de compra. Los negocios tradicionales tienden a desaparecer y hay que ser conscientes de que la realidad está cambiando y debemos adaptarnos".

"En mi punto de venta, está 'prohibido' escoger el perfume por sexo" Foto: Vanessa Casteleiro
El perfil de sus clientes es muy variado, según confiesa: "Resulta muy curioso porque está diferenciado. Los hombres son muy jóvenes, ellas suelen ser de mediana edad. La clienta de este tipo de segmento es una mujer que ha viajado y leído mucho, y que busca algo diferente".
David Gigirey reconoce que existen muchas ideas preestablecidas: "Se dice a menudo que la perfumería nicho es cara. En realidad, hay perfumes por 35 euros, pero tienen dos notas. Si lo que queremos son ensamblajes más complejos, con más concentración de esencia aromática, el precio sube. Pero cada uno tiene que saber lo que desea y lo que cuesta. En algunos sectores, invertir está más aceptado, en el de la perfumería, aún cuesta".
Consciente de los retos y oportunidades de un ámbito en cambio, percibe el futuro con mucho optimismo: "La fortaleza de la perfumería nicho es la singularidad. Cuenta con 50.000 matices, notas muy difíciles de sintetizar, como la vainilla de Laos".

Detalle de algunos de los productos disponibles en Amusko. Foto: Vanessa Casteleiro
"El reto de esta industria es ir creciendo de una forma sostenible. Tiene un concepto artístico donde se valora principalmente la calidad del producto. No se busca necesariamente vender más, sino la satisfacción personal. Un nariz artesano trabaja en su creación durante dos años, y cuando está terminada, la lanza al mercado, independientemente de la época del año en la que esté. Te da libertad. Pero el desafío es conseguir dar a entender a la gente que no es necesariamente mucho más caro", concluye el experto.