Las pensiones se verán afectadas por los nuevos aranceles.

Las pensiones se verán afectadas por los nuevos aranceles.

Sociedad

Jarro de agua fría para los jubilados: cómo Donald Trump y la caída de los mercados amenazan las pensiones

La decisión de Trump de aumentar los aranceles podría tener repercusiones negativas sobre las pensiones.

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El 2 de abril de 2025, Donald Trump proclamó el “Día de la Liberación” y anunció aranceles a productos importados desde China, la Unión Europea, México y otros muchos países.

Según él, estas medidas buscaban recuperar el control económico y proteger la industria estadounidense del resto del mundo. 

Aunque la noticia fue celebrada por sus seguidores, la reacción global fue negativa: los mercados financieros cayeron con fuerza, las bolsas internacionales se desplomaron y volvió el temor a una nueva guerra comercial

Más allá de la bolsa

Este tipo de medidas, lejos de aislarse en el terreno político o comercial, tiene efectos que se extienden por toda la economía global. Las bolsas, al percibir riesgo e incertidumbre, responden con desplomes.

Y esas caídas no solo afectan a grandes inversores o corporaciones: también impactan directamente en millones de ciudadanos comunes. Entre ellos, un grupo que suele pasar desapercibido en estos análisis: los jubilados. Porque cuando los mercados tiemblan, las pensiones también lo hacen.

En los últimos años, buena parte de los fondos de pensiones privados ha optado por modelos de inversión más agresivos, buscando rentabilidades más altas ante la baja rentabilidad de la deuda pública.

Buena parte del dinero ahorrado para la jubilación está ligado a activos financieros sensibles a cambios políticos, como los aranceles de Trump. Si esos activos pierden valor, las pensiones se ven directamente afectadas.

El problema se agrava cuando la caída no es momentánea, sino que se enmarca en un clima general de incertidumbre económica. Las bolsas bajan, los medios hablan de recesión y los analistas proyectan una desaceleración del crecimiento.

En ese escenario, muchas familias (incluidos los propios jubilados) entran en modo defensivo. Se reduce el consumo, se posponen decisiones importantes como comprar una vivienda o hacer una reforma. La economía, al depender en buena parte de ese gasto doméstico, empieza a enfriarse.

Este cambio de comportamiento no solo afecta a quienes ya están retirados. Las empresas, viendo cómo se frena el consumo y cómo se endurecen las condiciones del crédito, comienzan a recortar costes.

Se reducen plantillas, se congelan contrataciones, y el desempleo sube. Con menos gente trabajando, se aportan menos recursos a los sistemas de pensiones, tanto públicos como privados. El círculo vicioso se retroalimenta.

El efecto mariposa

Además, en contextos como este, los bancos también se ven golpeados. Sus carteras de inversión sufren pérdidas, y en respuesta, endurecen las condiciones para otorgar préstamos.

Las pequeñas y medianas empresas, que dependen del crédito para sobrevivir o crecer, se ven asfixiadas. La inversión empresarial se detiene. Y de nuevo, el empleo sufre.

En este contexto, el panorama para los jubilados puede volverse complicado si la situación no se resuelve pronto. No solo podrían ver reducidos sus ingresos mensuales si dependen de planes de pensiones privados vinculados a la bolsa, sino que también enfrentan una pérdida generalizada de poder adquisitivo.

La inflación, sumada a rentabilidades decrecientes, los obliga a hacer ajustes severos en su estilo de vida. Para muchos, eso significa elegir entre comprar medicamentos o pagar facturas.

La realidad es simple: la economía está interconectada. Y cuando una ficha cae, las consecuencias pueden sentirse en la última etapa de la vida de una persona: su jubilación.