
Borja Sémper, portavoz del Comité de Dirección del PP, en rueda de prensa.
El PP no confirma su apoyo al nuevo decreto: "Sánchez tenía nuestros votos, pero ha elegido humillarse ante Puigdemont"
El portavoz popular, Borja Sémper pide "responsabilidad" y esperar a que el partido pueda leer el nuevo texto aprobado por el Consejo de Ministros.
Más información: Sánchez anuncia que no se someterá a la cuestión de confianza aunque se debata: "No veo necesidad de hacerlo".
Si después de una semana de incertidumbres sobre la revalorización de las pensiones, las bonificaciones al transporte público y las ayudas para los afectados de la dana, el lector quiere saber el desenlace final, que no cuente con el Partido Popular. El portavoz del Comité de Dirección, Borja Sémper, ofreció este martes una rueda de prensa en la que dijo negarse a "ejercer de comentarista de las relaciones de Pedro Sánchez con sus socios", pero finalmente es lo único que hizo. Nadie sabe qué votará el PP al nuevo decreto.
El PP llevaba una semana ofreciendo sus votos para subir de nuevo las pensiones, para salvar las ayudas al tren y el autobús y para que los damnificados por la dana y el volcán de La Palma cobren sus ayudas.
"Hay tres proposiciones de ley registradas en el Congreso por nuestro grupo parlamentario desde el miércoles pasado", recordó Semper. "Pedro Sánchez tenía los votos, no hacía falta este vodevil, pero ha preferido humillarse ante Carles Puigdemont".
El martes que amanecía con una negativa rotunda de Moncloa a llevar de nuevo el decreto ómnibus al Consejo de Ministros, a la espera de que las protestas de los sindicatos este fin de semana "pasaran factura al PP", amaneció con retraso. Y todo fue pasando al contrario, y mucho más tarde, de lo esperado.
El Gobierno demoró la celebración del Consejo de Ministros, a la espera de un ok que viniera desde el refugio de Puigdemont en Waterloo (Bélgica). Y eso le valió la crítica del principal partido de la oposición.
El Senado celebró un debate bronco para votar una moción que tratara de obligar a Moncloa a lonchear su decreto. Y el PP ganó la votación, pero para entonces ya se sabía que no serviría de nada: Junts ya confirmaba el acuerdo con el Ejecutivo central, y ordenaba a sus senadores a abstenerse en la Cámara Alta.
Sánchez decidió salir a dar la rueda de prensa posterior al Consejo de Minisos. Y en ella, sacó pecho de que sabe "sudar la camiseta" y encontrar "votos en todos sitios". Pero se desdijo a sí mismo, cuando hasta esta mañana se negaba a trocear su decaído decreto ómnibus y ahora lo acepta. Y de eso se jactó el portavoz del PP, como si aún pudiese apuntárselo como mérito.
Además, el PSOE y Moncloa se han tenido que corregir a sí mismos y que rectificar a todos los líderes socialistas y ministros del Ejecutivo. Porque hasta el mediodía todos calificaban de "inconstitucional" la proposición no de ley de Junts para que Sánchez se someta a una cuestión de confianza, y ahora la asumen.
Y eso, para los populares, es "aceptar la humillación de Puigdemont de manera innecesaria", porque el presidente "sabía que tenía los votos del PP", y en cambio, "ha preferido teatralizar la política, someter a los españoles a su incertidumbre y sus chantajes y mentir desde Moncloa con una desfachatez inusitada".
Pero a lo que íbamos: ¿apoyará el PP el nuevo decreto, que incluye las medidas sociales para las que Alberto Núñez Feijóo lleva una semana ofreciendo sus votos? ¿Se regodeará el PP en que Sánchez sólo saca decretos cuando el PP le da sus votos? ¿Presumirá el PP de que el decreto que no se podía trocear ahora se ha fileteado al gusto de Génova?
Ni sí, ni no, sino todo lo contrario. "Como comprenderán ustedes", espetó en varias ocasiones Sémper a los periodistas, "la política responsable exige que nos leamos antes el texto aprobado... y más cuando viene de alguien como Pedro Sánchez".
Génova no se fía
Eso tiene sentido, porque aunque Sánchez dijo que había "negociado con todos los grupos" el nuevo texto, era falso, ya que al PP no le había llegado el borrador. Y en Génova se esperan cualquier cosa de este Gobierno: desde que la cesión del palacete al PNV vuelva a ser incluida, para garantizar "el pago de un millón al año de renta" a cambio de los votos de los nacionalistas vascos, a cualquier otra medida incompatible con los populares.
Feijóo, en realidad, no sólo no sabe qué acabarán votando sus diputados cuando este nuevo articulado llegue al Congreso. Tampoco sabe para qué le ha servido esta semana de inestabilidad política.
Porque lo que era la peor derrota del Gobierno en una votación parlamentaria el pasado miércoles se ha dado la vuelta. El episodio, de momento, parece haber terminado con medio decreto aprobado, y con los votos asegurados. Con el resto del decreto en negociación abierta, porque Puigdemont ha levantado su "suspensión de negociaciones sectoriales". Y con una cuestión de confianza, que parecía el trágala definitivo de Junts, diluida como un azucarillo, porque el presidente dice que la tramitará, pero no se someterá a ella.
Y finalmente, con un Sánchez presumiendo en Moncloa de que "siempre, antes o después" saca sus proyectos adelante. Además de con un Feijóo sin voto definido: porque, o bien acaba votando lo mismo que el Gobierno en un decreto para el que Moncloa ya no le necesita, o bien acaba votando lo contrario, lo que le facilitaría a Sánchez seguir con su argumento de que el PP "quiere convertir los derechos de los españoles en mercancía".