Una persona utiliza un inhalador de gas presurizado.

Una persona utiliza un inhalador de gas presurizado.

Salud

La paradoja del Ventolín: el medicamento que más contamina es el que salva a los más afectados por la polución

Los inhaladores de cartucho presurizado contaminan al año en España tanto como 13.000 vuelos Madrid-Londres. Una guía del ministerio busca sustituirlos en lo posible.

Más información: Doctora Cisneros, la sabia del asma: "No sabemos usar los inhaladores y abusamos del Ventolín"

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En España se estima que el 2% de la población tiene enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC, una inflamación crónica de los bronquios que dificulta la respiración. Se les trata con fármacos inhalados a través de una boquilla.

En esta acción hay una aparente paradoja: los pacientes de una enfermedad respiratoria, sobre todo de asma y EPOC, son los más perjudicados por la contaminación ambiental, pero son los fármacos que los salvan aquellos que contaminan más el medio ambiente.

Por eso, el Ministerio de Sanidad ha lanzado una guía para la prescripción de inhaladores de forma sostenible, pues no todos son iguales.

Los más utilizados son los llamados inhaladores de cartucho presurizado, que contienen un gas propelente que impulsa el fármaco —disuelto o en suspensión— por las vías respiratorias del que lo usa. Es el mecanismo del famoso Ventolín.

El 46% de los inhaladores prescritos en la sanidad pública española en 2023 fueron de este tipo, unos 14 millones de unidades. El problema es que contaminan mucho más que el resto.

La huella de carbono de estos medicamentos es de 18 kilogramos de CO2 equivalente, frente a los 700 gramos de la segunda opción, los llamados inhaladores de polvo seco. Los gases presurizados emiten anualmente en nuestro país unas 400.000 toneladas de CO2 equivalente, una cantidad similar al consumo eléctrico de 85.000 hogares, 13.000 vuelos Madrid-Londres o 200.000 vehículos circulando.

Se da la paradoja de que los medicamentos que más contaminan (los otros son los gases usados en anestesia) son los que utilizan los pacientes más afectados por la contaminación: se calcula que cada año mueren de forma prematura en Europa 35.000 personas con enfermedades respiratorias por causa de la polución ambiental.

Y antes era peor. "Los gases que utilizan estos inhaladores se llaman hidrofluorocarbonados, que sustituyeron a finales del siglo XX a los clorofluorocarbonados", que estaban presentes en refrigerantes o aerosoles y se dejaron de usar por su impacto en la capa de ozono. Explica Eduardo Ramírez, farmacéutico y miembro del área de divulgación del Consejo General de Farmacéuticos.

"Los inhaladores de polvo seco surgieron porque en los de cartucho se requiere de cierta coordinación por el paciente y a veces se hace engorrosa su administración. En aquellos, en cambio, solo se necesita la inhalación del paciente".

Sin embargo, estos no están recomendados para niños menores de 8 años, pacientes con flujos inspiratorios de menos de 30 litros por minuto, con algunas patologías o discapacidades o en caso de broncoespasmos, que requieren medicación de rescate como el Ventolín.

Una decisión crítica

La elección del tipo de inhalador a usar, por tanto, depende de las características de la persona que lo usará. "Es una decisión bastante crítica", apunta Juan Antonio Trigueros, responsable del Grupo de Trabajo de Patología Respiratoria de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

"Hay que adaptarla muy bien al tipo de paciente, sus características, la enfermedad que tiene, la capacidad de entender lo que le vas a explicar, los objetivos que le has marcado... Y también hay que contar con la opinión del paciente".

Trigueros señala que los médicos no han tenido muy en cuenta la variable medioambiental hasta muy recientemente y que, aunque es frecuente cambiar de medicamento por la evolución de la propia enfermedad, no lo es hacerlo de tipo de dispositivo "porque es difícil que el paciente recuerde todas las informaciones que les has dado las necesidades... Aunque a veces la misma molécula no está en todos los dispositivos".

Por eso, el documento del ministerio solo recomienda hacer el cambio de un inhalador de cartucho a otro de polvo seco en el caso de nuevos diagnósticos —siempre que no perjudique el paciente— y en personas que se lo planteen a su médico. Trigueros apunta que, aunque pocos, sí que ha tenido pacientes que le han planteado esta cuestión.

Con todo, hay espacio para la mejora. Un artículo publicado en 2023 en la Revista de Asma, el neumólogo del Hospital Dr. Negrín (Gran Canaria) Carlos Cabrera López y el presidente del Colegio de Médicos de Las Palmas, Pedro Cabrera Navarro, recuerdan que en países como Suecia, Dinamarca o Finlandia, los inhaladores de gas presurizado "no llegan al 20% de prescripciones".

España sería el tercer país europeo con más prescripciones de este tipo de dispositivos. El primero es Reino Unido, donde la diferencia de precio entre unos y otros es grande, mientras que en España "el precio final del consumidor es el mismo gracias a la financiación del Estado".

Los autores también señalan que los errores críticos cometidos con los inhaladores de polvo seco son mínimos: según un estudio, "solo el 0,4% de los pacientes con EPOC no llegaban al flujo indicado" para usarlos.

Los responsables del texto, así como los de la guía ministerial, dejan claro que la intención no es acabar con este tipo de dispositivos, indispensables en muchos casos, sino que se centran en las posibilidades de mejora.

"Los médicos hemos observado que existe un sobreuso de dispositivos presurizados como medicación de rescate porque infrautilizan los medicamentos de base", advierte Trigueros. "No son adherentes a los medicamentos recetados, utilizan más dispositivos presurizados y esto es peor para ellos y para el medio ambiente".

Por eso la guía recomienda, sobre todo, diagnosticar bien e incidir en la educación terapéutica y la adherencia de los medicamentos, pero también hace hincapié en evitar la estigmatización de los pacientes por usar estos dispositivos.

"Muchos pacientes se sienten señalados y estigmatizados por la comparación entre una necesidad terapéutica y actividades como puede ser desplazarse en coche o en avión, para las que, en muchos casos, existen alternativas no contaminantes y saludables", apunta el texto.

Trigueros se muestra de acuerdo. "Si hacemos creer a la sociedad que esto es sin más algo negativo, los pacientes y familiares pueden pensar que están lesionando el medio ambiente cuando se trata de una medida necesaria para su enfermedad".

Aunque hoy por hoy no se puede prescindir de los inhaladores de gas presurizado, los laboratorios farmacéuticos están estudiando nuevos gases propelentes que reduzcan la huella de carbono.

"Se están haciendo estudios con gases que contaminan bastante menos que los actuales", señala el farmacéutico Eduardo Ramírez, que recuerda que los gases hidrofluorocarbonados, los actuales, son inocuos para la salud de las personas.

"Al igual que se hizo en el pasado al sustituir los gases por los actuales, tenemos noticias esperanzadoras para los cartuchos presurizados", apunta. Porque "hay un grupo de pacientes que se benefician de ellos y lo seguirán haciendo".