
Donald Trump durante una reunión con su gabinete.
Irán vuelve a la mesa de negociación con Trump para discutir un nuevo acuerdo nuclear siete años después
Emisarios de las dos potencias se sentarán este sábado de nuevo a negociar en un intento de encontrar una salida diplomática a la crisis nuclear
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Las tensas relaciones entre Estados Unidos e Irán podrían estar entrando en una nueva fase. Este sábado, representantes de ambos países se reúnen en Omán para discutir cara a cara —y por primera vez desde 2018— sobre el programa nuclear iraní. El escenario de este intento de deshielo llega después de años de desencuentros, sanciones, amenazas cruzadas y tímidos (y fallidos) acercamientos diplomáticos a través de intermediarios.
La cita se produce tras el anuncio de Donald Trump de que su Administración buscará un "nuevo entendimiento" con Teherán en este tema, mientras declara la guerra comercial al resto del mundo. Las palabras del mandatario republicano suponen un giro notable respecto a su postura de hace siete años, cuando decidió sacar a EEUU del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés), el pacto alcanzado en 2015 entre Irán y seis países—Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China— que limitaba el desarrollo atómico iraní a cambio del levantamiento de sanciones.
Aquella retirada unilateral, anunciada en mayo de 2018 y precedida por las acusaciones de Israel sobre un presunto programa secreto, marcó el inicio de un periodo de alta tensión. Washington reactivó inmediatamente las sanciones económicas y, desde entonces, Teherán ha escalado su enriquecimiento de uranio muy por encima de lo estipulado en el acuerdo original. Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la República Islámica ya posee 274 kilos de uranio enriquecido al 60%, un nivel peligrosamente próximo al umbral militar del 90 %.
De la ruptura al diálogo
El anuncio de Trump durante su primer mandato supuso un golpe al tablero internacional. Poco después, Washington reactivó el régimen de sanciones contra Irán, lo que provocó que Teherán empezara a superar gradualmente los límites establecidos. En julio de 2019, por ejemplo, se estima que ya se enriquecía uranio por encima del 3,67% fijado por el JCPOA, recoge Efe.
La tensión alcanzó su punto más álgido a comienzos de 2020, cuando un ataque con drones de EEUU acabó con la vida del general Qasem Soleimani, figura clave del aparato militar iraní, en el aeropuerto de Bagdad. La respuesta de Teherán fue inmediata: abandonó los compromisos nucleares y aceleró la producción de material fisible. En marzo de ese año, sus reservas triplicaban el límite pactado, situándose por encima de los 1.000 kilos.
A pesar de ese contexto de confrontación, hubo intentos esporádicos por reconducir la situación. En 2021, con Joe Biden al frente de la Casa Blanca, Washington expresó su disposición a volver al pacto si Irán se avenía a cumplir sus obligaciones. Las negociaciones se retomaron en Viena, pero las expectativas se diluyeron entre recriminaciones mutuas y episodios como el sabotaje a la planta de Natanz, que provocó que Irán aumentara su enriquecimiento al 60%.
Parón de las negociaciones
Durante 2022 y 2023, los esfuerzos diplomáticos se vieron atrapados en un bucle. En junio de 2022, las partes celebraron una ronda indirecta en Catar que terminó sin avances. En agosto del mismo año, las negociaciones en Viena concluyeron tras 16 meses sin acuerdo. Mientras tanto, el OIEA alertaba de que Irán aumentaba significativamente sus reservas de uranio a niveles que rozan la capacidad para fabricar armas atómicas, recoge Efe.
En paralelo, el enfrentamiento político no cesó. Teherán impuso sanciones a medio centenar de funcionarios estadounidenses en represalia por el asesinato de Soleimani. En 2023, el régimen negó estar enriqueciendo uranio al 84%, como apuntaban informes del OIEA, y el cruce de declaraciones mantenía el ambiente enrarecido.

Los iraníes asisten a una reunión en apoyo de Gaza, en Teherán.
Deshielo… ¿o nuevo conflicto?
En un giro inesperado, 2024 trajo consigo señales de acercamiento. En julio, la CIA desveló un presunto plan iraní para asesinar a Trump semanas antes de que este sufriera un atentado en Pensilvania. A pesar de ese episodio, los contactos informales comenzaron a tomar forma. En noviembre, se desató una polémica por la supuesta reunión entre el embajador iraní ante la ONU, Saeed Iravani, y Elon Musk, asesor del ya presidente electo Trump.
El final de año estuvo marcado por nuevas sanciones contra quienes facilitaron el programa de drones y misiles de Irán. Pero el cambio más drástico llegó con la investidura de Trump en enero de 2025, cuando declaró su intención de reabrir el diálogo nuclear.
El anuncio del 7 de abril de que Washington y Teherán mantendrían conversaciones directas a partir del 12 en Omán coincidió con un endurecimiento de las medidas económicas por parte estadounidense. Tres días antes del arranque del diálogo, la Administración Trump volvió a castigar a la economía iraní con un nuevo paquete de sanciones, dejando claro que su estrategia sigue combinando presión máxima y diplomacia condicional.
Expectación contenida
Omán, habitual mediador en las disputas entre Washington y Teherán, acoge estas conversaciones con la esperanza de reactivar un acuerdo que mantenga el programa atómico iraní dentro de límites verificables. Aunque las posturas siguen siendo distantes, el mero hecho de que ambas partes hablen directamente tras siete años de tensión ya supone un avance.
Los escépticos advierten de que Irán podría usar el diálogo para ganar tiempo mientras consolida su capacidad nuclear. Los optimistas, por su parte, ven una ventana de oportunidad antes de que las elecciones legislativas en EE U y la situación interna en Irán compliquen aún más el panorama.