Los millones que España tiene que gastar en defensa pueden ayudar a desarrollar otros sectores. Uno de ellos es el de la IA o nuevas tecnologías.

Cuando Sumar, IU, Podemos, Bildu, Compromiso, … se oponen a aumentar los gastos de defensa demuestran su miopía económica. 

Hay más de 300 empresas españolas trabajando en el sector. Aunque el 80% de la producción está concentrada en cinco de ellas. Navantia, Airbus e Indra figuran entre las 100 primeras del mundo.

España exporta más de 3.300 millones de euros en defensa. Sus principales clientes son los europeos (es decir, la OTAN). Luego los Emiratos Árabes o Australia … España, según años, es el octavo o noveno país exportador de armas del mundo.

El Gobierno gasta sólo el 1,2% en defensa, pero el país invierte mucho más. Eso, además de crear riqueza y puestos de trabajo de valor añadido, nos convierte en un proveedor importante.

El Gobierno gasta sólo el 1,2% en defensa, pero el país invierte mucho más

Lo evidente es que en esa exportación no sólo van materiales e instrumentos mecánicos. Hoy en día incorporan mucha tecnología digital e IA. Es más, en algunos casos, lo realmente valorado en ellos es el software.

Por tanto no podemos ser hipócritas. España produce armamento. Especializado en muchos casos y general en otro. Para esa producción es necesario habilidades en nuevas tecnologías de todo tipo.

La investigación tecnológica, al menos aplicada, es un requisito. En muchos casos los grandes avances en esta materia se han producido por el impulso del sector de la defensa. Internet, la gran red de conexión mundial, inició su trabajos por impulso del ejército norteamericano en la búsqueda de conexiones entre sus centros de decisión.

Esta es una decisión vital. No se trata de “gastar en defensa”, sino de “gastar bien en defensa”. España necesita saber cuales son debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades de su entorno en materia de defensa. Lo que en jerga empresarial se conoce con el DAFO.

Antes de tomar la decisión del porcentaje del PIB que España tiene que gastar en defensa, es importante saber el para qué y el cómo de su estrategia. Conocer no sólo los productos que necesita; también los subproductos que se pueden obtener en el proceso.

No se trata de “gastar en defensa”, sino de “gastar bien en defensa”

Unos subproductos que a medio y largo plazo pueden ser tan o más importantes que el objetivo primario de la defensa.

España tiene una debilidad básica. La falta de conciencia de una parte defensa la Población y sus representantes políticos de lo que significa una política de defensa. Parte se debe a que no se explica a nuestros conciudadanos la historia y su dinámica. En especial a los alumnos de educación básica y bachillerato. No se trata de asustar o crear fervores patrióticos, sino de hacer reflexionar sobre lo que ha ocurrido; aprender del pasado para conocer el presente y preparar el futuro. Un proceso de educación a largo plazo, lejos de la ingenuidad, sin caer en el militarismo.

España tiene en el sur un flanco de posibles amenazas. Es la frontera africana de la UE con grandes riesgos. Entre otros, algo que a los países de Centro Europa le empieza a importar mucho: la inmigración ilegal.

España tiene fortalezas en el sector de defensa. No sería el octavo o noveno exportador mundial sin ellas. Dentro de ese sector ha desarrollado y, tiene que desarrollar nuevas tecnologías e IA.

Eso también puede ser una oportunidad si se sabe vender a la UE. Por ejemplo en la vigilancia de una frontera se puede desarrollar mucho la IA. Un instrumento, a veces más eficaz que las murallas físicas. El estudio de las migraciones y los movimientos de las mafias aporta mucha capacidad a esas barreras.

En consecuencia, ni el parlamento, ni un acuerdo de Estado (por ejemplo de gran coalición PSOE/PP) se puede dar su OK al gasto en defensa sin tener estas ideas claras.

El PP podría apoyar el gasto en defensa, aunque eso sea dar oxigeno a Sánchez. Pero las dos condiciones son: a) aclarar lo que supone en todos los aspectos, incluido el desarrollo de la IA y las nuevas tecnologías; b) exigir elecciones prontas para aclarar quién y como hay que llevar a cabo el plan.

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.