Los hermanos dentro de la Basílica de la Macarena.

Los hermanos dentro de la Basílica de la Macarena. Francisco J. Olmo / Europa Press Sevilla

Semana Santa

Los ateos de Sevilla que viven con pasión la Semana Santa: "No creo en la Iglesia ni en su palabra, pero creo en mi Virgen"

Los sevillanos cofrades que no creen en Dios ven esta semana como "una resistencia ante la turistificación" o "un espacio" en el que reunirse con los suyos.

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La Semana Santa de Sevilla ha trascendido las barreras de la fe, y así lo ratifican muchos sevillanos. Es el caso de Cristina Álvarez, quien se expresa de forma firme: "No creo en la Iglesia ni en su palabra, tampoco en el Dios extendido, pero creo en mi Virgen y en lo que ella significa para mí".

Esta sevillana de 27 años es hermana de la Esperanza Macarena, y reconoce que es la primera "hermana mujer" de su familia. En este sentido, afirma que ha tenido que "reflexionar y eliminar muchos prejuicios, incluidos los de género". Afea la "misoginia estructural que hay" y que "eclipsa todo".

La Semana Santa le viene como una tradición familiar, ya que su padre está ligado a esta fiesta. "Con la resignificación que hice de la Semana Santa y la escisión de ser creyente y la Iglesia, he aprendido a vincularme con ella desde lo cultural", reconoce. También a reírse "de lo rancio y aceptarlo también como parte del todo".

"Lo que más me gusta de la Semana Santa es lo que nos hace sentir, el fervor, la riqueza", expone la sevillana. "Toda la ciudad está donde están todos, las emociones están a flor de piel", insiste, aunque reconoce que "es difícil de explicar si no te gusta".

"Muchas veces me pregunto si me gustaría si no hubiese nacido en esta familia, pero creo que sí", sopesa Cristina.

Conflictos de fe

En la otra orilla, Luis Prieto, un sevillano de 25 años, es hermano de la Esperanza de Triana, y asegura no creer en Dios ni en nada que se le parezca.

El motivo, como el de tantos vecinos de la ciudad de Sevilla, es la tradición familiar y sus "gustos artísticos". "Es una fiesta cultural que se basa mucho en cómo la has vivido y con quien", asegura.

Aunque este joven se considera ateo, reconoce haber tenido conflictos con la fe. "La causa efecto de Santo Tomás de Aquino me obsesiona", reconoce, haciendo referencia a que, en función de la teoría del filósofo católico, quizá su fe en Dios (la causa) es lo que le hace sentirse atraído por la Semana Santa (el efecto).

En cualquier caso, este sevillano zanja sus argumentos apuntando a que, "muchas veces, es más cómo te relacionas con tu entorno que con el propio Dios". Para él, es el caso de la Semana Santa.

Resistencia ante la turistificación

Daniel Reina Guisado, de 33 años de edad, fue, hasta que cumplió la mayoría de edad, hermano de la Hermandad Nuestro Padre Jesús Nazareno, en Paradas, su pueblo. "Me gusta muchísimo la Semana Santa desde pequeño", comienza, indicando que, tal era así, que reproducía una y otra vez una cinta de vídeo con procesiones que tenía por casa.

Sin embargo, con 17 años este sevillano atravesó un proceso de "madurez en cuanto a mentalidad e ideales", momento en el que se reconoció ateo o "agnóstico". "Ahí empecé a adquirir ciertos valores y, bueno, me fui despegando de la Semana Santa cada vez más", hasta el punto de que llegó a "renegar" de ella.

"Desde hace unos pocos años para acá he vuelto a reconectar con la Semana Santa, pero desde un punto de vista muy distinto a como lo hacía en la infancia", relata.

Sin embargo, Daniel reflexiona sobre que "seas una persona atea, o agnóstica, o reniegues de la Iglesia, la Semana Santa hay que defenderla capa y espada".

El motivo, según él, es que "estamos viviendo en un mundo en el que sufrimos el problema de la turistificación, y ciudades como Sevilla están perdiendo su identidad". "La Semana Santa es un elemento de resistencia ante la turistificación y un símbolo de resistencia ante la pérdida de idiosincrasia", concluye.

Patrimonio cultural

"Me gusta la Semana Santa por su patrimonio cultural más que por su patrimonio artístico", explica José Boza, un sevillano de 27 años. Diferencia estos dos tipos de patrimonio explicando que, para él, el cultural va más allá de las imágenes y las tallas.

"Es todo lo que rodea la Semana Santa", insiste. "Es reunirte en un entorno en concreto para ver una procesión concreta porque lo llevas haciendo toda tu vida, con tu familia, con tus amigos, siendo la gran parte de ellos no creyentes ni practicante".

Este sevillano reconocer ser capaz de diferenciar entre fe y Semana Santa, y no haberse planteado nunca sus creencias religiosas por el hecho de gustarle "todo lo que genera la Semana Santa". "Quizá una persona creyente pueda explicar mejor que yo la diferencia entre tener devoción y comulgar con una manifestación cultural".

Vertiente espiritual

"Mi vinculación con la Semana Santa, se la debo en enorme medida a mi abuela materna", afirma Jesús Cepero, de 28 años de edad.

"Considero que mi interés por la Semana Santa no ha influido en mis creencias. Yo entiendo y disfruto de ella en cuanto a su dimensión artística y cultural, y no en lo que a su vertiente espiritual se refiere", insiste.

En este sentido, para este joven "no hay una única forma de entender y vivir la Semana Santa, y por supuesto no hay una que sea mejor que otra y todas deberían ser igual de respetables".

Asimismo, afirma no tener "la devoción religiosa" que tenían sus abuelos, pero que, más allá de eso, cree "sinceramente que la Semana Santa tiene una vertiente artística muy importante y a la que a veces no se le da el valor que tiene". "A mí es lo que más me atrae de todo lo que engloba esta festividad", concluye.